martes, abril 23, 2024

Avances y retrasos del Programa de Educación Intercultural Bilingüe

Por Comunicaciones ANIDE – Fuente: libertadninos.wordpress.com

El Programa de Educación Intercultural Bilingüe (PEIB) comenzó a ser operado plenamente por el Ministerio de Educación a partir del año 2009; antes lo hizo con la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) a través del programa Orígenes. Tres importantes cambios jurídicos confluyeron en 2009 para dar la partida a esta nueva etapa: en primer lugar, se promulgó la Ley General de Educación (LGE); en segundo lugar, el Estado de Chile ratificó el Convenio N°169 de la OIT y, por último, el Mineduc dictó su Decreto Nº 280, que incorporó el Sector de Lengua Indígena (SLI) al currículum nacional.

La LGE establece la Interculturalidad como uno de sus principios y plantea que todos los establecimientos del sistema educativo que quieran favorecer la interculturalidad pueden incorporarla dentro de su plan de estudios. El objetivo que se propone es contribuir al desarrollo de la lengua y cultura de los pueblos originarios y la formación de ciudadanos interculturales en Chile. Y en términos más directos, se busca que estudiantes indígenas y no indígenas adquieran conocimientos de lengua y cultura de los pueblos originarios de Chile.

Se dispone además que los establecimientos que cuenten en su matrícula con un 20% de alumnos indígenas están obligados a ofrecer el SLI utilizando los recursos de la subvención escolar.

El PEIB está dirigido a la educación básica y sus objetivos fundamentales y contenidos mínimos obligatorios aprobados debieron entrar en vigencia en el año 2010, para el primer año de enseñanza básica; en 2011 para el segundo año básico, y así sucesivamente hasta 2017 cuando deberá incluir a los alumnos de octavo año.

La enseñanza de la lengua indígena está restringida a aquellas cuya práctica sigue viva y vigente: el Rapanui, Aymara, Quechua y Mapuche. Las restantes -las lenguas de los pueblos Atacameño o Licanantái, Colla, Diaguita, kaweshkar o Alacalufe y Yámana o Yagán-,  prácticamente ya no tienen hablantes.

Dado el carácter optativo con que se ofrece al sistema, en el momento de matricular a su hijo o pupilo el padre o apoderado debe manifestar por escrito si desea o no que se le entregue esta asignatura. Es algo similar a lo que ocurre en los colegios con el ramo de Religión.

Pero la opcionalidad no rige para los establecimientos: tienen la obligación de ofrecer el sector/asignatura de Lengua Indígena si al término del año escolar tienen una matrícula de un 20% o más de alumnos con ascendencia indígena. Aquellos con un 50% o más de estudiantes de ascendencia indígena tuvieron que empezar en el año 2010, y  los establecimientos que tienen entre un 20% y un 49% de estudiantes de ascendencia indígena debieron comenzar en el  año 2013.

Existe interés por la educación intercultural y respeto y cariño por la cultura de los pueblos originarios. “Tuvimos un liceo en Quilicura que enseñaba las tres lenguas, Rapanui, Aymara y Mapuche”, recuerda Mauricio Huircán.

Cuando los establecimientos manifiestan interés, el programa los apoya, con material didáctico, con el financiamiento de un educador tradicional y con capacitaciones. En Santiago existen en la actualidad unas 30 escuelas adscritas.

Partimos a través del programa Orígenes, con escuelas focalizadas del año 2002 al 2004 y de ahí con los programas propios. Los ejes eran participación comunitaria y contextualización curricular. Fue un gran éxito eso. Ahí ubicamos tres escuelas con programas bilingües: Rodolfo Baeza de isla de Pascua, San Antonio de Padua de Ollagüe y la escuela particular subvencionada Butalelbún Trapa Trapa de Alto Bio Bío, de la Fundación Juan XXIII”, recuerda el  profesor Huircán.

Luego vinieron los cambios curriculares y todo volvió a la situación anterior.

Se espera que el tema curricular se vaya solucionando gradualmente; se han planteado orientaciones para la implementación del programa en los cursos de quinto y sexto básico y se pretende implementar el quinto año en 2015.

El terremoto del 27 de febrero de 2010 fue otro factor que ocasionó un desastre, pues significó atrasos y cambios de prioridades en las instituciones y establecimientos que retrasaron el desarrollo del programa.

IMPLEMENTACIÓN ATRASADA

Se reconoce que la implementación del programa está atrasada. En sus inicios se aplicó en 180 escuelas y actualmente se focaliza en unos 400 establecimientos, pero debería estar ya en 900. Y en total se calcula que a nivel de todo el país es un universo de 1.800 escuelas las que por sus porcentajes de alumnos con ascendencia indígena deberán aplicar el PEIB.

Un caso que ilustra esta realidad es la Región de Arica y Parinacota. De acuerdo a información de su Secretaría Regional Ministerial, en 2014 el Programa de Educación Intercultural Bilingüe beneficia a un universo de 12.800 alumnos de establecimientos municipales y particulares subvencionados, esto es, un 25% de la matrícula regional. “Esta iniciativa permite impartir clases de Lengua y Cultura Originaria (Aymara en el caso local), durante 4 horas semanales, a niños de Primero a Cuarto Básico de 52 establecimientos educacionales de la región, 19 más que en 2013”.

El PEIB en esta región del extremo norte de Chile se aplica en 16 pequeñas escuelas rurales, uni, bi y tridocentes que se agrupan para su mejor organización en microcentros rurales, y en 36 establecimientos polidocentes que se ubican mayoritariamente en la ciudad de Arica. Desde la perspectiva de las comunas, siete de estas unidades son de Putre, nueve de General Lagos, nueve de Camarones y 27 de la comuna de Arica.

EDUCADORES TRADICIONALES

Existe también una limitación desde el punto de vista de los profesores, porque los docentes hablantes de idiomas indígenas son una cantidad minoritaria. Por eso el programa admite la participación del educador tradicional, quien junto a un profesor mentor dan forma a la dupla pedagógica encargada de la implementación del sector/asignatura Lengua Indígena.

Los educadores tradicionales son propuestos y validados por las comunidades y asociaciones validadas para este fin. También existe un grupo de sabios reconocidos por decreto que avalan a estos importantes agentes del PEIB. Para entregar apoyo en este aspecto del programa también se ha establecido convenios con instituciones de educación superior como la Universidad Arturo Prat, para el apoyo en lengua Aymara, y con la Universidad Católica para desarrollar actividades de  capacitación en el área de la lengua Mapuche. Un acuerdo en este mismo sentido se ha establecido con las asociaciones Azeluam y Manquemapu.

Para la enseñanza de las cuatro lenguas que se imparten a través del PEIB se cuenta con alrededor de un centenar de educadores tradicionales. La proporción mayor corresponde a quienes enseñan la lengua Mapuche: son unos 60. Pero no son cifras definitivas ni estables: hay una rotación constante de educadores tradicionales, explicable por las diversas realidades laborales de las que provienen, y además porque el incentivo económico que reciben no resulta especialmente atractivo.

Por otro lado está el problema de sostenedores municipales que no facilitan la tarea en este aspecto, lo que ha obligado a que ahora sea el Ministerio el que pague directamente a los educadores tradicionales. Es poco dinero, pero aún así hay seremis que cumplen mes a mes y otros  que pagan dos o tres veces al año.

Al plan y los programas de estudio se suma el  material de apoyo para la enseñanza de la lengua indígena, que incluye textos, que son muy atractivos y tienen gran demanda de parte de los establecimientos, de los profesores y de los niños. Sin embargo, su producción no es fácil, en gran parte por el desinterés de las editoriales, para las cuales el negocio es un tema de volúmenes y no encuentran rentable orientarse a este tipo de publicaciones que no tienen un tiraje de miles y miles de ejemplares, como ocurre con los textos de educación general.

Los proyectos de bilingüismo, así como las actividades de interculturalidad se encuentran abiertos a los establecimientos de enseñanza básica y de enseñanza media, pero el SLI sólo se aplica a la enseñanza básica.

Respecto del bilingüismo, también es necesario destacar que las escuelas que lo desean y que están inmersas en población indígena, pueden realizar una inmersión completa en lengua indígena para el desarrollo de sus propios programas. Los encargados del PEIB observan que existen cinco escuelas donde se podría aplicar esta experiencia, una de ellas con inmersión completa en Rapanui, otra en Quechua, una tercera en Aymara y dos escuelas en lengua Mapuche. Hay interés y cuatro de esas cinco escuelas ya lo hicieron en el pasado, pero por problemas curriculares no continuaron.

Respecto de los pueblos en que se ha perdido la práctica de sus lenguas -Atacameños, Colla, Diaguita, Kaweshkar y Yagán-, el programa contempla actividades de revitalización cultural y lingüística. “Se desarrolló material en Kaweshkar, Yagán y Atacameño. Y ahora estamos preparando material para Diaguita y Colla con la Universidad de Valparaíso y con las comunidades de la Tercera y Cuarta Región”, destaca Mauricio Huircán. También observan con natural interés y expectación el probable hallazgo de una persona hablante de Lincanantái.

Un aspecto importante del programa en que también se manifiestan debilidades es el que se refiere a la relación entre la escuela y la comunidad. La celebración del we tripantu es una de las instancias de mayor convocatoria, pero no existen otros mecanismos de participación.

La LGE establece la Interculturalidad como uno de sus principios y plantea que todos los establecimientos del sistema educativo que quieran favorecer la interculturalidad pueden incorporarla dentro de su plan de estudios. El objetivo que se propone es contribuir al desarrollo de la lengua y cultura de los pueblos originarios y la formación de ciudadanos interculturales en Chile. Y en términos más directos, se busca que estudiantes indígenas y no indígenas adquieran conocimientos de lengua y cultura de los pueblos originarios de Chile.

Se dispone además que los establecimientos que cuenten en su matrícula con un 20% de alumnos indígenas están obligados a ofrecer el SLI utilizando los recursos de la subvención escolar.

El PEIB está dirigido a la educación básica y sus objetivos fundamentales y contenidos mínimos obligatorios aprobados debieron entrar en vigencia en el año 2010, para el primer año de enseñanza básica; en 2011 para el segundo año básico, y así sucesivamente hasta 2017 cuando deberá incluir a los alumnos de octavo año.

La enseñanza de la lengua indígena está restringida a aquellas cuya práctica sigue viva y vigente: el Rapanui, Aymara, Quechua y Mapuche. Las restantes -las lenguas de los pueblos Atacameño o Licanantái, Colla, Diaguita, kaweshkar o Alacalufe y Yámana o Yagán-,  prácticamente ya no tienen hablantes.

Dado el carácter optativo con que se ofrece al sistema, en el momento de matricular a su hijo o pupilo el padre o apoderado debe manifestar por escrito si desea o no que se le entregue esta asignatura. Es algo similar a lo que ocurre en los colegios con el ramo de Religión.

Pero la opcionalidad no rige para los establecimientos: tienen la obligación de ofrecer el sector/asignatura de Lengua Indígena si al término del año escolar tienen una matrícula de un 20% o más de alumnos con ascendencia indígena. Aquellos con un 50% o más de estudiantes de ascendencia indígena tuvieron que empezar en el año 2010, y  los establecimientos que tienen entre un 20% y un 49% de estudiantes de ascendencia indígena debieron comenzar en el  año 2013.

Existe interés por la educación intercultural y respeto y cariño por la cultura de los pueblos originarios. “Tuvimos un liceo en Quilicura que enseñaba las tres lenguas, Rapanui, Aymara y Mapuche”, recuerda Mauricio Huircán.

Cuando los establecimientos manifiestan interés, el programa los apoya, con material didáctico, con el financiamiento de un educador tradicional y con capacitaciones. En Santiago existen en la actualidad unas 30 escuelas adscritas.

“Partimos a través del programa Orígenes, con escuelas focalizadas del año 2002 al 2004 y de ahí con los programas propios. Los ejes eran participación comunitaria y contextualización curricular. Fue un gran éxito eso. Ahí ubicamos tres escuelas con programas bilingües: Rodolfo Baeza de isla de Pascua, San Antonio de Padua de Ollagüe y la escuela particular subvencionada Butalelbún Trapa Trapa de Alto Bio Bío, de la Fundación Juan XXIII”, recuerda el  profesor Huircán.

Luego vinieron los cambios curriculares y todo volvió a la situación anterior.

Se espera que el tema curricular se vaya solucionando gradualmente; se han planteado orientaciones para la implementación del programa en los cursos de quinto y sexto básico y se pretende implementar el quinto año en 2015.

El terremoto del 27 de febrero de 2010 fue otro factor que ocasionó un desastre, pues significó atrasos y cambios de prioridades en las instituciones y establecimientos que retrasaron el desarrollo del programa.

IMPLEMENTACIÓN ATRASADA

Se reconoce que la implementación del programa está atrasada. En sus inicios se aplicó en 180 escuelas y actualmente se focaliza en unos 400 establecimientos, pero debería estar ya en 900. Y en total se calcula que a nivel de todo el país es un universo de 1.800 escuelas las que por sus porcentajes de alumnos con ascendencia indígena deberán aplicar el PEIB.

Un caso que ilustra esta realidad es la Región de Arica y Parinacota. De acuerdo a información de su Secretaría Regional Ministerial, en 2014 el Programa de Educación Intercultural Bilingüe beneficia a un universo de 12.800 alumnos de establecimientos municipales y particulares subvencionados, esto es, un 25% de la matrícula regional. “Esta iniciativa permite impartir clases de Lengua y Cultura Originaria (Aymara en el caso local), durante 4 horas semanales, a niños de Primero a Cuarto Básico de 52 establecimientos educacionales de la región, 19 más que en 2013”.

El PEIB en esta región del extremo norte de Chile se aplica en 16 pequeñas escuelas rurales, uni, bi y tridocentes que se agrupan para su mejor organización en microcentros rurales, y en 36 establecimientos polidocentes que se ubican mayoritariamente en la ciudad de Arica. Desde la perspectiva de las comunas, siete de estas unidades son de Putre, nueve de General Lagos, nueve de Camarones y 27 de la comuna de Arica.

 

EDUCADORES TRADICIONALES

Existe también una limitación desde el punto de vista de los profesores, porque los docentes hablantes de idiomas indígenas son una cantidad minoritaria. Por eso el programa admite la participación del educador tradicional, quien junto a un profesor mentor dan forma a la dupla pedagógica encargada de la implementación del sector/asignatura Lengua Indígena.

Los educadores tradicionales son propuestos y validados por las comunidades y asociaciones validadas para este fin. También existe un grupo de sabios reconocidos por decreto que avalan a estos importantes agentes del PEIB. Para entregar apoyo en este aspecto del programa también se ha establecido convenios con instituciones de educación superior como la Universidad Arturo Prat, para el apoyo en lengua Aymara, y con la Universidad Católica para desarrollar actividades de  capacitación en el área de la lengua Mapuche. Un acuerdo en este mismo sentido se ha establecido con las asociaciones Azeluam y Manquemapu.

Para la enseñanza de las cuatro lenguas que se imparten a través del PEIB se cuenta con alrededor de un centenar de educadores tradicionales. La proporción mayor corresponde a quienes enseñan la lengua Mapuche: son unos 60. Pero no son cifras definitivas ni estables: hay una rotación constante de educadores tradicionales, explicable por las diversas realidades laborales de las que provienen, y además porque el incentivo económico que reciben no resulta especialmente atractivo.

Por otro lado está el problema de sostenedores municipales que no facilitan la tarea en este aspecto, lo que ha obligado a que ahora sea el Ministerio el que pague directamente a los educadores tradicionales. Es poco dinero, pero aún así hay seremis que cumplen mes a mes y otros  que pagan dos o tres veces al año.

Al plan y los programas de estudio se suma el  material de apoyo para la enseñanza de la lengua indígena, que incluye textos, que son muy atractivos y tienen gran demanda de parte de los establecimientos, de los profesores y de los niños. Sin embargo, su producción no es fácil, en gran parte por el desinterés de las editoriales, para las cuales el negocio es un tema de volúmenes y no encuentran rentable orientarse a este tipo de publicaciones que no tienen un tiraje de miles y miles de ejemplares, como ocurre con los textos de educación general.

Los proyectos de bilingüismo, así como las actividades de interculturalidad se encuentran abiertos a los establecimientos de enseñanza básica y de enseñanza media, pero el SLI sólo se aplica a la enseñanza básica.

Respecto del bilingüismo, también es necesario destacar que las escuelas que lo desean y que están inmersas en población indígena, pueden realizar una inmersión completa en lengua indígena para el desarrollo de sus propios programas. Los encargados del PEIB observan que existen cinco escuelas donde se podría aplicar esta experiencia, una de ellas con inmersión completa en Rapanui, otra en Quechua, una tercera en Aymara y dos escuelas en lengua Mapuche. Hay interés y cuatro de esas cinco escuelas ya lo hicieron en el pasado, pero por problemas curriculares no continuaron.

Respecto de los pueblos en que se ha perdido la práctica de sus lenguas -Atacameños, Colla, Diaguita, Kaweshkar y Yagán-, el programa contempla actividades de revitalización cultural y lingüística. “Se desarrolló material en Kaweshkar, Yagán y Atacameño. Y ahora estamos preparando material para Diaguita y Colla con la Universidad de Valparaíso y con las comunidades de la Tercera y Cuarta Región”, destaca Mauricio Huircán. También observan con natural interés y expectación el probable hallazgo de una persona hablante de Lincanantái.

Un aspecto importante del programa en que también se manifiestan debilidades es el que se refiere a la relación entre la escuela y la comunidad. La celebración del we tripantu es una de las instancias de mayor convocatoria, pero no existen otros mecanismos de participación.

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