Miércoles 13 de diciembre 2017. Por Jazmín Morín
En toda esta locura consumista de diciembre, los trabajadores recibimos la peor parte, lidiando con todo el estrés de los clientes por comprar y el de los jefes por vender. Y como si fuera poco, no nos retribuyen nada.
Ya se acaba el año y estas fechas de navidad y año nuevo nos consumen no solo las últimas energías si no también nuestro presupuesto. Son fechas de regalos, de cenas, de viajes y de festejos, bien lo saben las empresas del comercio, donde el consumo asciende y por tanto las ventas. No es raro ver como las tiendas comienzan a adornar sus locales con anticipación, se preparan para estas fechas, quieren ventas, ventas, ventas.
En toda esta locura consumista de diciembre, los trabajadores recibimos la peor parte, lidiando con todo el estrés de los clientes por comprar y el de los jefes por vender. No es que nos moleste que crezcan las ventas, lo que molesta muchas veces es cuando las tiendas comerciales, como un supermercado por ejemplo, venden millones de millones en meses festivos, pero no recompensan a sus trabajadores, como si ellos no contribuyeran nada a las ganancias de estas fechas.
A pesar de que no es una obligación la entrega de aguinaldo por parte del sector privado, nos parece un factor motivacional importante y una manera de obtener una retribución, ya que somos nosotros mismos como trabajadores, quienes logramos alcanzar las metas de ventas que imponen en estas fechas.
En el caso de supermercados CUGAT de Temuco, con casa matriz en Rancagua, la realidad de los aguinaldos nos parece algo insólito, dada el aumento considerable de ventas que fácilmente ascienden sobre un 50% a un 80% más que en temporada normal, mientras que a los trabajadores solo se les entrega como “aguinaldo” la posibilidad de canjear mediante un código por caja, un monto de $5.000 a $15.000 según tramo de antigüedad. Es retroceder 200 años de cómo se pagaban en las salitreras, con fichas entregadas a los mineros que se canjeaban en las mismas pulperías de los mismos dueños de las minas, es decir, negocio redondo.
Como sindicato hemos puesto de manifiesto a la empresa de este descontento y solo hemos recibido como respuesta silencio total. Por lo que denunciamos públicamente este desequilibrio total entre las ganancias de los empresarios y los gastos de vida de los trabajadores ¡Nuestras vidas valen más que sus ganancias!
