“Rakizuam Tañi Wallmapu”, es el nombre del primer libro de Mapuexpress (de una serie de tres) y es una compilación de artículos de varios/as autores/as, tanto de integrantes del colectivo…
“Rakizuam Tañi Wallmapu”, es el nombre del primer libro de Mapuexpress (de una serie de tres) y es una compilación de artículos de varios/as autores/as, tanto de integrantes del colectivo…
“Por último, entendiendo al matrimonio como institución social la cual insiste en perpetuar las desigualdades de género a partir de la sujeción de las mujeres. Me pregunto, ¿Será viable plantearse…
Escribir sobre la maternidad no es una tarea fácil por dos razones simples y, a su vez, complejas. En primer lugar, porque no soy madre ni pretendo serlo en el corto plazo. Entiéndase, que el no serlo pasa por una decisión personal. En segundo lugar, porque el imaginario social asume y, a su vez, insiste en hacernos creer a las mujeres que nuestra plenitud o éxito está en estrecha relación con la maternidad. En otras palabras, se nos impone como mujeres la maternidad desde una perspectiva patriarcal; es decir, desde la visión masculina el destino reservado y seguro para toda mujer es el ser madre sin importar el tiempo que demores en llegar a la meta, siempre y cuando llegues.
Por qué será que los llamados “piropos”, “cumplidos” o “halagos”, en la actualidad son considerados una molestia para un número considerable de mujeres, contrario a lo que muchxs pudieran pensar esta situación tiene una explicación, que va más allá de la idea de “no tener sentido del humor” o en el peor de los escenarios a que somos unas “histéricas exageradas”, como más de algunxs han argumentado en su momento.
Hasta cuándo las sociedades se hacen cómplices permitiendo y ocultando condiciones de esclavitud a través de su silencio. Hasta cuándo el doble discurso de los estados miembros de la ONU y el actuar intermitente de Naciones Unidas, en términos de denuncia internacional, sanción y reparación frente a hechos tan reprochables como lo sucedido con las temporeras que siguen desaparecidas en Chile, los jornaleros en México y tantos otros países que evidencian claras prácticas laborales esclavizadoras -sea en mayor o menor grado- en pleno siglo XXI de manos de empresas nacionales y transnacionales. Sí firmar tratados que rechazan las violaciones de los derechos humanos en sus distintas formas no es suficiente para erradicarlos mucho menos lo es honrar a las víctimas con un memorial de mármol en la sede de Nueva York de Naciones Unidas. En otras palabras, ni matando al perro se acabará la rabia.-