La representación de lo mapuche existe en tanto pretensión, es causa del delirio, en una realidad desintegrada por eso esquizofrénica, que se sabe distinta pero es nuestra realidad, no cualquiera podía y puede ser mapuche, aunque algunos cansados del debate, “porque es mal visto” renuncien a aceptar que tras bambalina igual están midiendo. La pretensión abre la puerta a un colectivo que juzga, y no tan solo desde parámetros impuestos, tal como sucede en la música, “ya todo está hecho”, pero las múltiples combinaciones posibles siempre generan espacios para algo nuevo, “simbolizar la indigenidad”
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