jueves, marzo 28, 2024

Descendientes Selknam reclaman por proyecto de Ley donde se discute su exterminio

(Fuente Imagen: Chile Okulto)

10/03/2019.- Como «un nuevo genocidio, pero por ley aprobada en el Congreso», calificó la Comunidad Covadonga Ona, por medio de la Corporación Selknam Chile, presidida por Hemany Molina, al proyecto de ley que reconoce el genocidio Selknam y Tehuelche, e instalando una estatua para la memoria de estos pueblos que declara extintos. Estas agrupaciones están compuestas  por descendientes del genocidio selknam que reclaman «reconocimiento legal como pueblos originarios».

Para Hemany Molina «el proyecto de ley, que se encuentra en sus trámites finales en el Congreso, tiene como fundamento el prejuicio instalado en el Informe de Nuevo Trato del ex Presidente Ricardo Lagos, que nos declaraba extintos. Nosotros creemos que hubo un genocidio, pero no nos extinguieron, estamos vivos, y con el paso de los años hemos acumulado pruebas que así lo acredita». 

La dirigenta selknam recordó que «el pueblo diaguita, que no estaba en la ley indígena original, fue reconocido por ley recién el año 2006, luego de un profundo estudio en Chile y Argentina; lo mismo ocurre ahora con el pueblo chango, cuyo proyecto de ley de reconocimiento está en pleno trámite. Nosotros queremos lo mismo, pero el Congreso pretende, en cambio, ponernos una lápida, pues junto con decir que no queda ninguno de nosotros, se nos niega la existencia como pueblo y se nos instala una estatua como testimonio de que alguna vez existimos. Una vergüenza, pues se incluye al pueblo Tehuelche, que tiene descendientes vivos en Argentina, Tehuelches chilenos que huyeron del genocidio. ¿De qué nos sirve una estatua?».

La Corporación Selknam Chile reclama que «el Estado ha reconocido nuestra existencia, pues hemos logrado participar en las consultas indígenas de Ministerio de las Culturas, la consulta indígena del Ministerio de Salud, y del Proceso Constituyente Indígena. Incluso el Estado ha financiado estudios para determinar las líneas genealógicas ininterrumpidas desde las matanzas y persecuciones, hasta la venta o adopción ilegal de nuestros abuelos y bisabuelos. Hemos logrado seguirles el rastro, y es indesmentible que quedaron descendientes, niños perdidos, que alguna memoria transmitieron a sus hijos y nietos, y aquí estamos hoy, luchando por qué se nos reconozca vivos y no muertos o extintos».

Para Molina, «el interés del Estado siempre es que existan menos indígenas. Lo mismo que las empresas que quieren los recursos de nuestros territorios. Así también los académicos que usurpan nuestro patrimonio arqueológico, fotografías, diseños y ceremonias. Nosotros queremos que se nos reconozca como pueblos originarios. Tenemos derechos, y por eso pedimos al Congreso que paralice el proyecto de ley, pero también acudiremos a instancias internacionales por esta agresión que estamos sufriendo».

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