jueves, mayo 16, 2024

SOBERANÍA Y PUEBLOS ORIGINARIOS

Los pueblos originarios, nos auto-gobernábamos. Si teníamos Estados o no, es algo que se lo dejamos a los intelectuales de Occidente, donde se creó la palabra y su significado.
 
Los indígenas ejercíamos una soberanía originaria, y contábamos con autoridades que aplicaban nuestras normas jurídicas. 
Desde los pueblos de la selva hasta los de la nieve, desde los pueblos de las alturas hasta las costas, desde los pueblos continentales hasta los insulares, todos, nos regulábamos por leyes que entendíamos dictadas por la naturaleza. 
 
Esta soberanía de los indígenas, no se ha extinguido. Es decir, conservamos el derecho para reconstituir autogobiernos y trabajar las condiciones que les dieron base. Allí donde aún quedan lonko, ulmen, ngenpin, mallku, amauta, o ariki, que son nuestras autoridades tradicionales, se les pueden restituir las potestades públicas que les quitó el Estado. 
 
Es más, el derecho internacional reconoce este derecho de manera expresa. Tal como señala la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, suscrita por Chile el año 2007: «Los pueblos indígenas tienen derecho a la libre determinación. En virtud de ese derecho determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural (art. 3) … Los pueblos indígenas, en ejercicio de su derecho a la libre determinación, tienen derecho a la autonomía o al autogobierno en las cuestiones relacionadas con sus asuntos internos y locales, así como a disponer de medios para financiar sus funciones autónomas. (Art 4) … Los pueblos indígenas tienen derecho a conservar y reforzar sus propias instituciones políticas, jurídicas, económicas, sociales y culturales, manteniendo a la vez su derecho a participar plenamente, si lo desean, en la vida política, económica, social y cultural del Estado (art. 5)
 
El Estado moderno de origen europeo, es un monopolista por naturaleza. Quiere todo para sí y por sí. Y secuestrado por una elite, sea regional o central, se convierte en un enemigo de las soberanías indígenas y locales.
 
Como pueblos indígenas, nuestra soberanía es originaria, es decir, previa al Estado. Como todos los derechos indígenas, nuestra autodeterminación y soberanía no sólo es ancestral, también es imprescriptible, pues no se ha extinguido allí donde los pueblos indígenas no la entregaron voluntariamente y sin engaños.
 
En consecuencia, los pueblos originarios reclamamos soberanía sobre nuestros cuerpos, sobre nuestro patrimonio genético, sobre nuestros territorios, sobre el agua, la tierra, las costumbres, semillas, sobre nuestras tecnologías y conocimientos, sobre nuestros lugares y monumentos sagrados (cementerios, Pukara, moai, guillatuwe), sobre nuestros bailes, idiomas, medicinas, sobre nuestra religión y espiritualidad. 
 
Todas estos bienes soberanos de las naciones originarias están usurpados o se usan sin respeto a nuestras costumbres, e incluso contra la ley chilena. El robo de nuestros bienes soberanos lo hacen grandes empresas semilleras, forestales, mineras, geotérmicas, incluso el mismo Estado, que actúa como usurpador o como cómplice. 
 
Pero también hay quienes lucran, se enriquecen, se benefician o mal usan nuestros bienes culturales. Muchos no tienen respeto e incluso se disfrazan de nosotros y nos suplantan con el objetivo de gozarlos sin autorización nuestra.
 
No reclamamos la restitución de estos bienes como dueños particulares. Son de propiedad colectiva y aun más que ello son BIENES SOBERANOS de los pueblos indígenas, de las naciones originarias. 
 
No queremos la restitución de nuestras semillas para vendérselas a Monsanto o a Dupont, no queremos el agua para vendérsela a las mineras, y un largo etcétera. Los indígenas que luchamos por la restitución de  nuestra soberanía originaria, sabemos que debemos conservar estos bienes, pues los necesitamos para sobrevivir, para no extinguirnos. 
 
Si nos preguntan qué queremos ser, la respuesta es inmediata: no queremos un Estado protector por sobre nosotros, queremos que el Estado nos restituya la soberanía usurpada, es decir, como ocurre en países modernos, tener AUTODETERMINACIÓN, si así lo decidimos AUTONOMÍA, y a través de ella recuperar las potestades de derecho público, las potestades estatales o de gobierno que fueron expropiadas a nuestros ancestros. 
 
Sólo con ellas podremos recuperar el resto de nuestros bienes naturales y culturales que nos han quitado injustamente. Sólo así se curará la herida de la invasión y la colonización, sólo así el pueblo de Chile pagará la deuda histórica con los pueblos originarios, sólo así se terminará la subordinación jurídica y económica entre la nación chilena y las naciones originarias. Sólo así seremos verdaderamente iguales, y no extraños en nuestra propia tierra.
 
Ariel León Bacián
Dirigente Aymara-quechua
Ex Asesor parlamentario
- Advertisment -spot_imgspot_imgspot_imgspot_img

Lo Más Reciente