sábado, abril 20, 2024

Extractos de Poesía Mapuche

Fuente: Poesía Mapuche 

EXILIADO EN CHILE  Erwin Quintupill  1986

Recuerdos

Recuerdo 1: Manta

I

Mi madre y mi hermana

tejen la manta

bailan sus dedos

sus duras uñas

toman la hebra

blanca y teñida.

 

II

Allí

desde mis hombros

juega en el viento

envuelve mi cuerpo descalzo

saluda al sol.

Insolente, furiosa

frente a la lluvia y el viento

me abraza.

Las ovejas en fila

van hacia el corral.

Recuerdo 2: Pobreza

 

Madre, ñuke mía

no llores

padre ha dicho

que el maíz florecerá

que el trigo verde madurará.

Mientras tanto

vamos al sembrado

busquemos matas de yuyo

echemos las hojas

en olla caliente

y untadas de grasa olorosa

llenará el hueco de tu dolor.

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Exiliado en Chile

Nostalgia 1

Tierra

mi tierra

qué lejos te vas quedando

en silencio

te voy llamando.

Nostalgia 2

Mierda!

Qué solo me voy quedando!

Los hijos de la tierra se quedan solos

si les empujan a morir.

Qué solos nos quedamos

lejos de casa

de ti.

Hambre

Tengo hambre.

Quiero volver

I

Ahora que el sol se ha apagado

quiero volver

aunque allá tampoco brille

y nadie me reclame

ni los hombres, ni la tierra.

Quiero volver.

II

Que me recorra el invierno los cabellos

los pies, el barro, la humedad.

Que corra el agua en el camino

y las aguas bajen a beber.

No quiero seguir muriéndome de pena

sin que nadie me mire cuando paso

sin que nadie me salude cuando llego.

Acá donde estoy

todo ha muerto.

Y el aire no se deja respirar

y las frutas ya no saben bien

y me ríen

y me miran

y me duelen.

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Uno que no volverá

Manuel Melín

Cuando mataron a Manuel

algo se rompió

de nuevo en mi interior.

(¿Sería pequeño y moreno

o tal vez tuvo ojos claros?)

Todo es verde

las hojas y los tallos.

Delgados chorillos

reflejan el cielo

y me llenan los ojos

desbocándose.

Manuel, joven como yo

y de igual vocación

en mi sangre

encabritado

moría y nacía diez veces

en cada golpe que le dieron.

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Final

A los que me quitaron

el anaranjado amanecer

y sus aves que cantan

a los que me quitaron

la noche tibia

el brillo de sus estrellas

su inmensidad,

a los que me robaron

un pedazo de vida

parte del aire que requiero,

a los que se llevan a mi amor

dejándome solo,

les maldigo hasta el final del Universo.

La batalla perdida

la reinicio

por los siglos de los siglos

hasta vencer.

 

EL CEMENTERIO DEL FUEGO  (Javier Milanca – Valdivia)

A mi pueblo del sur: Los Lagos.

Ellos plantaron en la greda la sutil inercia de la muerte

Dejaron que el recodo sea memoria, que el cerro sea lápida atenta

Y que el río se convierta en lluvia los últimos suspiros del delirio

Y así fue que sobre el hueso y el cráneo aterido

Se desparramó el cemento ajeno

Y el paño verde de la maleza se cubrió con la telaraña de las casas.

Pero en  ciclo de lluvias lunares el fuego abraza las construcciones

hasta convertirlas en humo incierto

las lenguas rojas derriten en humo las maderas

las fotografías y las ventanas.

Es la venganza de los verdaderos hijos del arco iris

Que vuelven convertidos en seres crepitantes.

Nadie puede descifrar la premura de las llamas

en la incandescencia de la noche

Puede que de tanto incendio vuelva a reinar algún día

la soberana estirpe de las nalcas

Y los árboles vuelvan a entonar la canción de las ramas

Por sobre la pobreza de nuestros techos aplastados

Nosotros, no seremos más que el simple futuro de la nada.

Los Lagos: eres la flor de loto de un cementerio de antes

Convertido ahora en un molino de aspas tristes y humeantes

Tu razón de viejo eterno

Juguetea entre los astros de pies húmedos

Nosotros esperamos bajo las piedras mojadas

Que Pillán duerma la mona en el más allá

nos despierte en su averno

Y nos lance en la cara que toda eternidad comienza con la muerte

Y que a toda semilla también le precede la ceniza.

 

 

BAJEMOS AL PEÑI JESÚS  por Javier Milanca

Rogativa para que bajemos a Jesús

Mejor bajamos a ese Jesús, lo desclavamos

Y lo dejamos descansar.

Lo acurrucamos en nuestro bosque

O cerquita del fuego para que escuche

En silencio nuestras profecías.

Su Padre lo abandonó

Y los suyos ya no practican lo que rezan.

Mejor le decimos a Jesús que se venga con nosotros

¡Que se venga! que nuestro Rewe no tiene clavos.

Que se saque esa corona de espinas y se ponga un trarilonko de

Foye

Que se venga con nosotros

Aquí no explotamos al hombre por el hombre

Aquí no destripamos la tierra.

Eso sí,

Que no se venga a cachiporrear con eso de caminar sobre las

aguas

Que aquí no estamos para trucos televisivos,

además Kalfukura lo hizo en el Nawel Wapi

con menos aspavientos.

Mejor se moje sus canillas de Wilke y ayude al río a pulir las

piedras.

Que no multiplique los panes

Pues igual nos alcanzará.

Que no multiplique los peces

Que sabemos pescarlos con nuestras manos.

Ahora, si convierte el agua en vino

no nos vamos a enojar,

Porque no es cosa de andar despreciando milagros, así como así.

No siga llorando con los brazos colgando

Que acá también sabemos de calvarios.

Vente Jesús y pelea con nosotros

Que ya no nos quedan mejillas que colocar

Vente Jesús y resucita

así como nosotros hemos resucitado.

Mejor bajemos a Jesús y que su sangre no nos siga culpando.

Vente Peñi Jesús, ahora que muchos están en la cárcel.

¡Mari mari Jesús!

 ahora y en la hora de todas nuestras muertes,

(No diga amén diga Marichiweuw).

¡¡ MARICHIWEUW !!!

marichiweuw : diez veces venceremos !!!

En: Susperregui, Xavier. Pueblo Mapuche. Poemas. Biblioteca de las Grandes Naciones. País Vasco, 2014.

 

 

ÁRBOL DE FUEGO EN OTRO PLEAMAR (Juan Paulo Huirimilla – Osorno)

Converso con mis mayores de la pampa Argentina

Chamamé

De casas deshabitadas con grandes balcones

De aquel hijo que ya no vuelve a su reducción

Porque es sospechoso por buscar su canelo

En el monte de pinos donde el dueño del árbol

Se ha ido a otro pleamar.

En: Huirimilla, Juan Paulo. Árbol de agua. Ñuke Mapuförlaget. 2003.

ESTA VOZ  (Liliana Ancalao – Comodoro Rivadavia)

ella respira en la membrana

de un tambor remojado en la garganta

desde la piel de cueros costurados

hasta la aguada de los teros

lejos

a veces

cuando pienso las alturas

soy un cóndor que se arroja contra el frío

arrancándose las alas en el filo de los pinos

y los volcanes se hacen llamas en los dedos

y me truenan los potros torturados en las

venas

y esta voz

que es ceniza en los labios

pretende ser cascada en el desierto

desde la sangre caer mi llanto

gritar

hasta el abismo del silencio

En: Huenún, Jaime. Lof Sitiado. Homenaje Poético al Pueblo Mapuche de Chile. 2010.

 

POESÍA DESDE LA CÁRCEL DE TEMUKO  (Mauricio Waikilao)

En mi niñez el hambre era una vocecita que

robaba el pan de mis compañeros de curso.

Un sentimiento que me empujaba a compartir dos

de las cuatro galletitas que me daban en el

colegio. Los perros del fundo compartieron conmigo su

comida: unos pellets con forma de huesitos que mi abuela

sazonó con grasa y sal, una exquisitez que me prohibieron

divulgar, como las sopaipillas de afrecho “fritas”

con agua de pozo. Casi me convencen de que el hambre era un regalo

de Dios que había que padecer con entusiasmo para ganarse el cielo.

La conciencia me la despertó el hambre de otros.

Recibí una  orden del llanto de esa viejita saliendo del negocio del gringo

con su bolsa vacía y me enrolé en esta guerrilla del pensamiento

incorregible para alimentar las armas con frases toscas y canciones sin

rima. Quise ser cómplice de la historia, armero de la política directa para

tumbar esa hambre que casi me mata. El hambre es una desgracia

imperdonable que ahora ocupo como un fusil en esta guerra fabricada

por ley, sostenida por la religión.

En: Huenún, Jaime. Lof Sitiado. Homenaje Poético al Pueblo Mapuche de Chile. 2010.

 

ANIMITAS   (Yeny Díaz Wentén – Los Ángeles)

Clorinda Caridad Sepúlveda Painemilla, 42 años,

apuñalada y asaltada en el camino

por dos vecinos del sector, su monedero tenía un

billete de 500 pesos y una medallita de San Antonio.

Abraza a su marido, él pasa indiferente y  triste,

ella no entiende.

Todos los días agarraba el aire de las cosas lindas que yo vi’a  y lo

esperaba, nunca tuvimos hijo, yo era su niña, el cristal del huerto,

el vientecito de su boca me dicía…

He visto muchas procesiones

y he tocado sin agarrar la sangre de otros,

el atardecer  asesina las cosas y el rostro de nosotros

desvaneciéndose dentro de las plegarias.

Clarisa Delfa Llancamil Llancamil, 14 años,

violada por padrastro.

Ahora su madre vive sola y le escribe cartas,

pero nunca nunca visita  la orilla.

Salí al camino con mucho miedo,

sólo sentí un silbido en mi cabeza.

Me siento  desamparada.

Mama Llancamil me parió entre las rocas del río, quiso tirarme a las aguas y las

aguas le cantaron que los hijos somos del cielo y de nuestro señor padre de todo,

mama Llancamil tuvo miedo y partió conmigo dentro de un canasto  pa’

regalarme como un perro.

Caricia es una palabra que se me voló muy temprano contra las trancas del establo.

Ya no miro más pa’l cielo

que me ha traído puras desgracias.

Dalinda Sara Luna Lemún, 19 años,

la encontraron desnuda en la esquina

de los castaños con 34 cortaduras

en su abdomen y 10 en su cabeza.

Venía triste de la casa de doña Savina Lemún,

su abuela, quien la crío desde muy niña.

De su madre sólo se sabía que trabajaba en

distintos puertos y que era muy ligera

como la palabra, regresó al pueblo acompañada

del desconocido Pompeyo García y se llevó con

ella a Dalinda.

Qué noche

Qué noche he visto

Qué noche tan apagada señor…

Ya no tengo donde encender velas.

En esta casa mi madre no tiene mueble

está ciega, nació ciega.

Yo no siento pena por mi madre

porque nunca fui de ella,

porque nunca dios me quiso,

porque nunca

por qué…

En: Huenún, Jaime. Escrituras del Wallmapu: Catorce Poetas Mapuches Contemporáneos. Katatay. Año VI, Nº 8, 2010. Argentina.

 

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