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De la necesidad urgente de ir al cine y ver Mala Junta

19/05/2017.- Por Juan Porma Oñate (Poz Zewü)

El martes 16 de mayo tuve la oportunidad de ir al cine para ver Mala Junta. Fui sin saber de qué se trataba, sin ver el trailer, sólo porque sabía que la directora de la película era mapuche y quería apoyar su trabajo. Lo hice sin mayor pretensión que cumplir mi cometido y asistir a la función en el acto político más cómodo y simplón que he llevado a cabo.

Tal como dijera Carlos Pinto en los noventas, nada haría presagiar que la película prontamente me dejaría vuelto patrás, impactado y con los ojos de marsupial, expectante a los detalles que la historia exponía. Puta que maravilla la interpretación del Tano, está muy lejos del estereotipo mal entendido del joven chileno  y magistralmente distante de las realidades representadas en producciones nacionales televisivas en donde todo se reduce a los perrits con la mansa caña por las piscolas buscando minits.

Y bueno, si hablamos de estereotipos, podemos hacerle un gran chao a la caricatura del sur de Chile, en donde andan los huasos disfrazados hueviando con la gallina en brazos. Aquí el campo representado en la gran pantalla te conmociona, está tan bien hecho que nada incomoda, no hay que fingir creer en el escenario porque está todo en su lugar, con detalles tan bien pensados que te transportan a territorios cargados de emociones, memoria y olor a leña.

Punto aparte es el tratamiento del mundo mapuche actual, abordado de forma tan respetuosa y profesional que aprieta el pecho. Se evitan las caricaturas románticas de Alonso de Ercilla y se representa al mapuche del siglo XXI, en su casa forrada con zinc, tomando mate y comiendo pan de pueblo todos juntos mientras comparten y echan la talla. No hay impertinencia, no existe la mamá lavando la loza con su trapelakucha puesto, pero si el chachita con la camisa manga corta rayada, el jockey rojo y los jeans pa subirse a una camioneta en la que se escucha ranchera (y no a los Huasos Quincheros por las rechuchas grandes).

¿Puta y el Cheo? El Cheo es la historia mapuche moderna encarnada, es el cúmulo de emociones que se expresan en la intimidad, pero se reservan en los espacios hostiles, en la propia tierra, en una sociedad que lo ha subalternizado, igual que a su mala junta.

Como profesor de historia, como miembro de la Comunidad de Historia Mapuche, como estudioso de la historia mapuche escribo esto, porque tengo la necesidad de comunicarles lo que esta película significa.

Es un hito, porque aparte de ser una película muy buena, entretenida y emotiva, es un precedente para la historia mapuche. Fui a un puto mall, pagué mi puta entrada en una cadena de cines que ofrece películas a nivel nacional y vi una película hecha por una directora, que es una MUJER MAPUCHE.

¿Ustedes logran dimensionar cuántas veces se habría hecho caca Sergio Villalobos si leyera esta weá? Puta que satisfacción más grande, después de que tuviéramos que leer en los libros escolares de historia en que lo citaban que éramos flojos, sucios, borrachos y salvajes. Dan ganas de meter todos esos textos en una encomienda bien grande con dirección a su casa, paque se los meta en la raja, a ver si todavía sigue afirmando que «no existimos». Lo más seguro es que no lo acepte y corra (camine) a un archivo a consultar a Diego Barros Arana o Benjamin Vicuña Mackena, para seguir argumentando sus parámetros raciales incombustibles.

Pero volviendo a lo importante, quiero darle las gracias a Claudia Huaiquimilla y el equipo que hizo esto posible, por la tremenda pega que ejecutaron, por posicionar las dinámicas políticas actuales del mundo mapuche en espacios de difícil acceso, por hacerlo sin el filtro televisivo que nos muestra cortando caminos sin razón, por hacerlo con tanta destreza, talento y pertinencia.

Ahora nos toca a nosotros, pego el grito de Tarzán en plena selva de cemento para convocar a todas las personas a quienes este mensaje les haga sentido. La película TIENE que verse, es necesario, sea usted Sergio Villalobista o Hector Nahuelpanísta, milite en Paz en la Araucanía o en la CAM, vaya y véala, porque es el ejercicio de empatía que les hace falta a quienes no están al tanto de lo que pasa en las comunidades y porque es una experiencia sanadora para quienes hemos visto un poquito más de cerca aquella realidad.

Ya lo sabe, difunda, pesque el winka külkül llame e invite, promueva en espacios populares, colegios, municipalidades, oficinas particulares y ahora por favor VAYA AL CINE A VERLA, ESTE FINDE!

Es la forma que tenemos de ayudar a esta iniciativa y darle las gracias (y al que no quiera lo vamos a matricular en un curso impartido por Henry Boys, paque sufra).

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