A continuación, artículo del sacerdote jesuita Carlos Bresciani sobre la situación grave que se vive en el territorio de Tirúa.
Durante las últimas semanas hemos sido testigos de algunos hechos sumamente preocupantes. Y la gravedad es mayor cuando estos sucesos son mediatizados desde una tendenciosa posición que describe un territorio bajo “amenaza terrorista” y el acecho de “ladrones (de madera)”. Ciertamente, los medios de comunicación no solo muestran lo que al morbo del rating le gusta (balas, heridos, enfrentamientos), sino también lo que interesadamente quieren generar como imagen del territorio y, en última instancia, construir como realidad. La violencia de la que dan cuenta los medios de comunicación poco se distingue de la ideología del terror que usó George W. Bush para justificar su política exterior: la “militarización” y la “judicialización” que no hace más que encender la llama del odio y la violencia. A Irak se fue irracionalmente a matar porque a los estadounidenses (más bien a su clase política) los convencieron de que ahí vivían los malos terroristas que les habían hecho daño en su casa… “Miente, miente que algo queda…, fue la política de Bush. Luego se dieron cuenta de su error y del odio instalado en la gente. Cualquier parecido con la realidad local no es mera coincidencia…
Todo indica que la Escuela de las Américas de Panamá fue altamente exitosa en la formación de más de 60.000 militares y policías de nuestro continente, logrando incubar profundamente la Doctrina de la Seguridad Nacional que releva la figura de un “enemigo interno”. Esta ideología dejó una profunda huella en nuestros países. En efecto, no se restringe hoy a los altos y medios mandos de nuestras policías que allí se formaron, sin echó raíces en nuestra prensa. Hoy se nos quiere convencer que violencia es sinónimo de “mapuche quemando, disparando y robando madera”. La violencia ha sido cooptada por una ideología. Y no nos damos cuenta o no queremos ver que la violencia es mucho más amplia, profunda, histórica y relacional. Va desde la pobreza, el medioambiente aniquilado, hasta la policía disparando sin motivo al mapuche. Con todo, ciertos sectores con intereses políticos y económico involucrados se sienten cómodos utilizando los reportes de El Mercurio y El Austral de Temuco para alarmar a nuestra sociedad con la divulgación de un “objetivo” barómetro sobre la “violencia con connotación indígena”…
Si en la prensa está consagrada esta ideología como dogma, entre nuestros policías está escrita a fuego: “hay que tener cuidado con el enemigo mapuche”. Ejemplos sobran. Me tocó ir a comprar a un almacén del pueblo y me encontré con una tanqueta y carabineros del Gope fuera del negocio, con escopeta en mano… Creí que algo había pasado. Sorprendentemente estaban cotidiana y rutinariamente comprando agua mineral. Y esto es de todos los días. El Gope tiene inundado el territorio. Están arrendando por todas partes y cuando algo sucede salen en masa. Pero esto no es nada frente a hechos de violencia concreta en que ellos son protagonistas estelares. Últimamente a un comunero de una familia cercana a nosotros le dispararon sin motivo. Perdió su ojo. Con él otros hombres y mujeres fueron baleados hasta en el suelo, según cuentan los testimonios. Ellos estaban “haciendo” leña. No tenían armas.
Al parecer para el Estado es muy conveniente que la industria forestal siga explotando este territorio, aun con sus pésimos resultados de impacto económico, social y ambiental en la zona.
Esta política es muy vieja en nuestro país. Si ya para la mal llamada “pacificación de la Araucanía” se les convenció a la sociedad de entonces (la de Santiago por su puesto) de que era “necesario” obtener las tierras del sur y “civilizar” a los mapuche. Se armó todo un tinglado de imágenes sobre los mapuche para justificar la entrada del Ejército chileno y así apropiarse de las tierras. Detrás de esto estaba el interés codicioso por las tierras ajenas. Hoy también hay interés codicioso por “pacificar” a los mapuche. Es el interés de mantener los recursos en manos de unos pocos…digamos en pocas familias. Al parecer para el Estado es muy conveniente que la industria forestal siga explotando este territorio, aun con sus pésimos resultados de impacto económico, social y ambiental en la zona. Lo mismo se puede decir del mar y de los recursos hídricos. Todo en manos de pocas familias muy aliadas del Estado. Y esto les resulta más fácil a través de la militarización y las campañas del terror contra el “enemigo interno”.
Ejemplo claro de esta política bushiana es que para algunas personas de fuera del territorio les da miedo venir aquí. Ese miedo ha sido instalado por esta forma de mostrar el territorio. Ha habido hechos conflictivos en el territorio, pero decir que esos hechos son la realidad en cada centímetro de esta tierra, es falso. El miedo es producto de la imagen que nos “venden”. Como le pregunté a un amigo de Santiago: “¿qué pasaría si te digo que yo no voy a la capital porque de seguro me van a asaltar?”. Quizás ese miedo podría tener mayores fundamentos reales y cuantitativos…
Todo esto genera violencia. Por eso mismo nuestra mirada debe ir más profundamente que la normalmente nos han querido mostrar desde el establishment y los círculos de poder. Si queremos paz, debemos buscar justicia.
Por Carlos Bresciani SJ.
Superior Misión Jesuita Mapuche, Tirúa – Provincia de Arauco. Delegado Social Subrogante de laCompañía de Jesús en Chile.
Carlos Bresciani