martes, diciembre 3, 2024

Ante la política de criminalización y represión del estado chileno, El Wallmapu debe tomar la palabra

Después de tres años de asumido el cargo, la presidenta de la República aún no presenta una propuesta de trabajo frente a la situación mapuche, cualquiera pudiera suponer que durante todo ese tiempo estuvo trabajando para dar respuestas efectivas a la situación política que vive la región, sin embargo, para nuestra sorpresa, los anuncios se quedan en medidas represivas aupadas por sectores latifundistas y reaccionarios de la región ejemplificadas en la detención y montaje de 11 ciudadan@s mapuche, incluida una autoridad ancestral, detenidos y formalizados con uso de pruebas a todas luces cuestionable, forzados a inculparse e inculpar a otros, y sentenciados antes de ser juzgados.

No es difícil aventurar el resultado de estas investigaciones si el actor principal es la derecha latifundista y se obvia el carácter de la situación mapuche, por lo que no nos deberíamos extrañar que al final de éstas los mapuche seamos la causa de todos sus problemas.

I. La cuestión nacional mapuche

Sí, la cuestión mapuche es un asunto político. Pero no porque ello implique solo la participación política del pueblo mapuche. Lo es porque hoy se configura como una cuestión nacional. Es decir la aspiración de sectores importantes de nuestro pueblo de impulsar un proceso de emancipación nacional del cual un aspecto fundamental es el autogobierno del Wallmapu, el País Mapuche.

La conflictualidad actual deviene de las condiciones de dominación y explotación nacional que vive el Wallmapu. Ello tiene su origen en la política expansiva de los Estados chileno y argentino. La invasión militar del País Mapuche a fines del siglo XIX, terminó con la independencia mapuche, transformándonos en una minoría nacional oprimida y colonizada.

La población mapuche que no fue masacrada, se la obligó a vivir en reducciones y forzados a dedicarse a actividades agrícolas de subsistencia, lejos de la pujante actividad ganadera anterior a la invasión.

Las consecuencias de esta expoliación territorial saltan a la vista, reducción territorial, empobrecimiento de nuestra población, y erosión de nuestra cultura y lengua. La estrechez de las tierras reduccionales obligó a que parte importante de nuestra población se viese forzada a emigrar desde las zonas rurales hacia centros urbanos ocupando puestos de trabajo y condiciones de vida precarios.

Pero lo más grave hacerlo fuera del Wallmapu constituyendo la diáspora mapuche.

En 1910 surge el movimiento mapuche en este contexto de ocupación militar, violencia y racismo colonial. Ello marcó a las generaciones que dieron vida a las primeras organizaciones. Sufrieron la violencia del Estado y los colonos. Fueron víctimas del actuar racista de los «Tribunales de Indios». Ante ello se rebelaron y respondieron con las armas de la política. En los campos, en las calles y en el Congreso chileno, lucharon para defender nuestra tierra y nuestros derechos.

Cada generación mapuche en lucha ha buscado una respuesta de su tiempo para conquistar los derechos de nuestro pueblo. Ayer fueron las leyes indígenas y la representación por medio de los partidos políticos chilenos. Hoy construimos nuestras propias fuerzas políticas. No podemos conformarnos con ser sólo una eterna fuerza de presión que llegado el momento otros capitalizan políticamente. Nuestro objetivo como pueblo debe ser aspirar a gobernar en nuestro territorio, junto a una mayoría política y ciudadana que abogue por la democratización y la autonomía del País Mapuche. Aspiramos a la conquista de un Estatuto de autonomía para nuestro país que es el Wallmapu. Esta es la médula de la cuestión nacional mapuche.

II. La reacción de los patrones de la miseria

Los caminos abiertos por el movimiento nacional mapuche no tienen vuelta atrás. Ante la fuerza de estas movilizaciones y sus contenidos los gobiernos de la Nueva Mayoría y del Chile Vamos se han dedicado a impulsar una estrategia política-represiva, que ha derivado en cientos de procesados y decenas de detenidos bajo la ley de Seguridad Interior del Estado y la ley Antiterrorista y en el último tiempo el establecimiento de estado de excepción de facto en varias zonas del Walmapu.

Privilegiando los intereses de los poderes económicos por sobre las aspiraciones mapuche que se resume en el reconocimiento del pueblo mapuche como sujeto depositario de derechos políticos colectivos. Las concepciones modernas del derecho no pueden más que reafirmar nuestro carácter de pueblo con derecho a la autodeterminación. Un reconocimiento que en muchas democracias modernas se han plasmado en autonomías de base territorial, como Catalunya, Galicia y el País Vasco en el Estado español o Groenlandia respecto de Dinamarca.

Es esta democracia moderna la que rechaza la derecha empresarial y latifundista. Saben que el reconocimiento de los derechos nacionales del Wallmapu y el pueblo mapuche, significará renunciar a sus privilegios y a la tierra que han usurpado a nuestro pueblo. Es esta actitud reaccionara lo que los impulsa a su actitud hostil hacia la oficialización del mapuzugun.

La orquestación de la derecha nostálgica de la dictadura supuestamente contra la delincuencia y el terrorismo tiene melodías de sedición. Han violentado a la ciudadanía cortando en más de una oportunidad la principal vía de conexión del país, sus dirigentes portan armas en reuniones públicas sin ninguna consecuencia judicial ante la violación del orden público que tanto reclaman defender, es más han sido apoyados públicamente por el Ministro del Interior en una actitud servil.

Mientras tanto comunidades mapuche que demandan el fin de la militarización y solución a sus demandas de tierra llevan años sin que ninguna autoridad de peso atienda su reivindicación.

Con este panorama será difícil superar estos niveles de conflictividad cuando no existe una institucionalidad que permita canalizar el carácter político de las reivindicaciones mapuche. Sobre todo al estar en presencia de una constitución que pone una serie obstáculos a la participación plena de la ciudadanía en las decisiones que se toman en su territorio, una de ellas, el actual ordenamiento jurídico territorial del Estado, representado en la figura del intendente.

III. Nuestra propuesta para avanzar

El Wallmapu debe tomar la palabra. Los demócratas debemos movilizarnos en favor de los derechos mapuche y contra la minoría reaccionaria que defiende el interés de latifundistas y empresarios. El País Mapuche y las regiones deben movilizarse contra el poder central que son los que defienden y protegen los intereses económicos de las grandes empresas en las regiones.

Para nuestro caso no se trata solo de participación y representación sino modificar la relación de subordinación política y económica existente entre el poder central y el Wallmapu. Las cuotas de representación política no son aceptables en el Wallmapu. La fractura social que vive el Wallmapu no puede llegar a ser solidificada con la política de cuotas dentro del País Mapuche. Dos comunidades políticas en base a criterios étnicos significará bloquear el proceso de emancipación nacional mapuche.

Asimismo un autogobierno mapuche no es lo mismo que el autogobierno del Wallmapu. Nosotros apostamos a este último.

1. Un Estatuto de Autogobierno para una nueva región

Wallmapuwen aspira a un Estatuto de Autonomía para una nueva región, el Wallmapu o País Mapuche. Esta debe tener como base a la actual Región de La Araucanía, más algunas comunas adyacentes o parte importante de ellas: Lewfü, Los Álamos, Cañete, Kontulmo, Tirua, Külako, Mulchen y Alto Biobío, en la Región del Biobío; Mariküna, Lanko y Pagipülli, en la Región de Los Ríos. Esta área constituye, a grosso modo, el territorio mapuche independiente hasta la invasión y conquista chilena de fines del siglo XIX. Esta nueva región deberá tener como capital a la ciudad de Temuko.

La Autonomía de esta nueva región se expresará en una Asamblea Regional y en un Ejecutivo emanado de ella. La Asamblea será elegida democráticamente por toda la población de la región con derecho a voto (mapuche y no mapuche), por medio de un Sistema Electoral Proporcional que garantice la representación de todos los sectores de la sociedad regional, en el marco de una circunscripción regional única. Esta Asamblea Regional deberá contar con el poder para legislar sobre todos los asuntos que conciernen a la región y sus habitantes.

El Wallmapu es el país de todos los mapuche y de quienes han nacido y viven en él. Sin embargo, el carácter mapuche de la región debe quedar explícito en el propio Estatuto de Autonomía. Ello debe expresarse en disposiciones que garanticen a nuestro pueblo el derecho a los recursos naturales, en particular la tierra, mediante la creación de mecanismos que permitan la devolución expedita de tierras expoliadas a partir de la conquista chilena y hoy en manos del latifundio y empresas forestales; a los beneficios de la explotación de estos recursos, pero resguardando el equilibrio medioambiental; a vivir y poder trabajar en la región; al desarrollo del mapuzugun estableciendo, sobre el principio de la territorialidad lingüística, su oficialidad en el conjunto de la nueva región y su enseñanza en un nuevo sistema educacional regional, su uso en la administración pública y en los medios de comunicación masivos.

WALLMAPUWEN

Temuko, Wallmapu, 04 de abril de 2016

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