viernes, abril 19, 2024

Prologo, Antología de Rayen Küyen – Brotes y Cenizas de la Luna… Por Vicente Painel

«Rayen Kvyeh es la Violeta Parra y la Gabriela Mistral del nuevo arte mapuche, hubo algunos lonkos que señalaron que la nueva poesía mapuche era weulkantun al escuchar a Rayen, es muy relevante esto último. Una cosa es hacer poesía endogénicamente desde la poética mapuche y, otra cosa, son mapuche escribiendo poesía»…

Por Vicente Painel Seguel*

Poesía del Wallmapu

Los barrocos andinos, las mixturas, el sincretismo, ofreció mucho tiempo una luz y una bisagra para que un arcano, un secreto inclusive, y un soporte por supuesto, se manifestara. Sin embargo, tanto porque la bisagra podía oxidarse, tanto porque la aldaba podía volarse en mil pedazos con golpes brutales de la ignominia, tanto porque la energía ancestral era peligrosa para el presente tan patéticamente lleno de pasado, saturado de lo peor del pasado, la bisagra transmutó en cerrazón cosmética, y los antiguos antropólogos de pies descalzos y barbudos idealistas, se transmutaron en negociadores profesionales y consensos de sonsonetes, disfrazando claudicación; y los músicos y sus ponchos cantaron a los revolucionarios devenidos en tecno cortesanos del régimen… ¿y que pasó entonces con ese antes de ayer hundido en el presente, que al abrir la pupila del sueño aparece como el porvenir?

Lo prístino, lo más auténtico, lo incorruptible; el gorgoteo submarino de la vertiente naciente -choyüm, en mapuchezungun- en medio de la montaña, cristalino -lüg-; y la leche que del pecho dimana, blanca -lüg- . El nacimiento -choyüm- de una niña, la blanca plata, insigne estampa mapuche, cuando se trabaja con exactitud y caricia, reverbera el blanco lunar -kvyeh-…en efecto, el tiempo es calculado por el azkimun -Ciencia, saber- mapuche, a partir de la luna, concepto circular integral además, circular en su acepción dinámica, literalmente circular…

Me llena de emoción y moción -movimiento-, poder acompañar a Rayen Kvyeh en la publicación Colombiana de su destacada obra; primero porque soy discípulo de Rayen desde que a los catorce años me enseñó que nosotros los mapuche tenemos nuestra ciencia propia, y porque luego, cuando  yo ya adulto, me ensañase la naturaleza del cálculo astrofísico lunar en la cúspide del cerro Ñielol, nada he aprendido en la universidad frente a las enseñanzas de Rayen. Pero además, porque por la Casa de Cultura Mapuche que gestionó Rayen durante los años noventa en Temuco, fue pivote para gran parte de la pléyade de destacados artistas mapuche contemporaneos, en efecto, esto lo re-comprobé como esteta, empíricamente, en la vanguardista Galería de Arte que recientemente sostuvo Rayen por casi dos años en Temuco… ahí mirando el afiche del primer Festival Internacional de poesía indígena que el Colectivo Mapu Ñuke -Colectivo en el que milita Rayen-, y Festival, cuya última versión hace unos pocos días está recién culminada- colocaba la categoría de Kishunengenwun…   – Independencia, andar independentista-, estamos hablando del siglo pasado en los años noventa… Aquel bello afiche de un metawe y aquel concepto, algo ajado por años y que milagrosamente salvó de un mañoso incendio en el panal, que era el hogar de Rayen; volvía diáfana la última membrana de la tesis universal que el arte se adelanta por lo menos en 25 años a los movimientos de la realidad… apropósito también, de los ciclos largos de la economía de Shumpeter y Kondratiev por cierto.

Las obras tectónicas y telúricas, el titánico y granítico intento de recoger el pasado para hallar las objetividades transformacionales del presente, impronta hegeliana, que toma en el Canto General Pablo Neruda, no misión baladí; más hacerlo desde la concepción cuántica y de relatividad del tiempo, propio del azkimun mapuche – de ahí la perenne sorpresa de astrónomos frente a pu Machi -Médicos mapuche- y pu Ngenpin -Filósofos- es una misión que solo pudiese cumplir una poética de lazulí -kalfu-, abandonada inclusive por la campesinización de la época reduccional mapuche; aquella poética vilipendiada del ü -“primer” sonido-, del ül -musicalidad- y del ülkantun -canción-, soporte del mapunzungun, lenguaje de la tierra, y por supuesto trama vinculante que posibilita el mapunche zungun -lengua mapuche- solo puede decodificarse y codificarse poéticamente… y es que el ditirambo o la salmodia no son meros ditirambos y salmodias, no, nada que ver, literal. El quiebre epistémico es de tal radicalidad que no solo hay alteridad, sino que implica el quiebre de occidente consigo mismo… Y el día mapuche comienza por el oriente, antes de la salida del sol, con venus, la última estrella -wenulfe-. Por eso la poética mapuche fue tan mal tratada y humillada, es axiológica, su clave es ethológica.

…El uso de la trutruka largo instrumento que culmina en un cuerno, fue abandonado …es como Suiza despreciara al Alphorn; increíble el subdesarrollo que causa el racismo…

Rayen Kvyeh es la Violeta Parra y la Gabriela Mistral del nuevo arte mapuche, hubo algunos lonkos que señalaron que la nueva poesía mapuche era weulkantun al escuchar a Rayen, es muy relevante esto último. Una cosa es hacer poesía endogénicamente desde la poética mapuche, clave dramatúrgica y teatral que Rayen logra como proyecto de trazabilidad probablemente en parte, por su formación profesional en mujer de teatro; y otra cosa son mapuche escribiendo poesía, la primera es obra y escuela, la segunda pueden ser buenas obras y buenos poemas, pero no son lo mismo, los indicadores en la gramática y en la sintaxis notan la diferencia; pero sobre todo la instalación experiencial, la poética se vuelve autentica en los aspectos suprasegmentales y kinésicos de la performance, la poética mapuche solo puede traducirse glificamente -jeroglíficamente-. Porque el mapunzungun y el mapunchezungun pudieron ser ágrafos, pero es un error pensar que fueron aglifos, no solo hay oralitura, hay glifería, ergo, el complejo trastoca el texto y contexto, y exige la escena, la tragedia exige el drama y la crueldad solo se reivindica con la libertad, ahí el poder político de la ternura. Rayen Kvyeh por supuesto que se ubica en el primer espacio, porque recupera espacio -Mapun- en sus poemas, es pionera y matriarca del weulkantun, eso es categórico y es de justicia escribirlo, y sostenerlo como un bastón.

El desafío para la pervivencia de toda cultura es la creación de valor, ese valor es la valentía, y Rayen es una valiente; sabemos con Mandela y Pepe Mujica que fuerte no es quien nunca cae sino quien siempre se levanta, sabemos con la serendipia de Gioconda Belli, que fuerte es quien a pesar de todo mantiene la ternura; y Rayen es una valiente que ha asumido el enemigo, ese enemigo que aunque ya vencido sigue viviendo dentro de si mismo… y sin embargo, sufre una nueva derrota, cuando cada preso político ve la luna y descansa en la certeza que esa luna también está viendo  su hija e hijo. La libertad se anuncia en vivencia en los sueños (pewman), y en cada hoja de este libro veremos la libertad en sus disimiles formas hasta figurarse en plenitud, esa es nuestra ternura, valentía, cuidado del agua y de la tierra… Es esa la misma fuerza (newen) de los bastones de la Guardia Indígena en Colombia, que esos bastones son también los bastones de nuestros lonkos y caciques, que la Cordillera Andina, en nuestra ciencia, nunca fue frontera sino vaso comunicante de toda Abya Yala, nuestra grande patria; que las niñas y niños de la Guardia Indígena son nuestros pichikeche, sus ojos, son los ojos de la noche de nuestros niños y niñas… Y su blanco que arrulla su obscuridad de noche, en aquellos ojos, son el blanco de la luna, que es la luna que también vemos de acá…  Esa es toda nuestra valentía, nuestra insignia y calamina, nuestra flor abierta, nuestro sueño insomne, nuestro pewmayen, nuestra utopía; que es acicate, que llevamos dentro, latiendo, en nuestros corazones de luna…

* Investigador y Profesor de Filosofía.

 

 

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