miércoles, octubre 9, 2024

Detención de la Machi Francisca: Violencia policial, pan y circo

MACHI FRANCISCANo podemos quedarnos calladas ni callados, es hora de que el miedo, aquel miedo que asola los campos esperando ver un pueblo y a una sociedad mapuche que se rinde, salga de nuestras vidas y seamos capaces de hablar y pedir justicia…

Imagen: Machi Francisca Linconao Huircapán / Fundación Instituto Indígena.

Por Sandra Salamanca Ríos* y Ronny Leiva Salamanca**.

Ante los recientes acontecimientos, en que once lamgen ka peñi resultaron detenidos acusados de participar en el atentado con resultado de muerte del matrimonio Luchsinger Mackay, no es posible mantenerse al margen y es necesario pronunciarse.

Entendiendo que toda forma de violencia o agresión, venga de donde venga, es repudiable y que los delitos deben ser investigados en un marco judicial objetivo, no creemos en otra forma de lucha que no sea el dialogo y la manifestación pública y pacífica. Grandes líderes han conseguido los cambios que han propuesto de esa forma, países que han dejado de ser colonia (Ghandi), el voto de la mujer (Movimiento Feminista) o la igualdad para los afrodescendientes (Martin Luther King), entre otros.

Manifestarnos en primer lugar con preocupación y con pena, al ver como maltratan a una autoridad espiritual y política de nuestro pueblo, la machi Francisca Linconao Huircapán, y a todos nuestros pu lamgnen ka pu peñi; pocas veces se ha visto tal despliegue de violencia física y simbólica.

Lo que se busca es intimidar no sólo a quienes se detiene, sino también a aquellos y aquellas que nos sentimos violentados ante aquello, relacionando la imagen del «estado de derecho» con una acción policial dura, enérgica y sin miramientos, cuando este debe contemplar también el ejercicio y reconocimiento efectivo de nuestros derechos, incluyendo aquellos asociados a las investigaciones judiciales en materia penal. El Estado no es un poder sin límites y sus límites están dados por el respeto y la dignidad de las personas.

Un segundo momento, nos llama una mayor reflexión y análisis frente al contexto social y político en el cual ocurren estas detenciones, recordamos que el pan y el circo han sido históricamente la respuesta cuando los pueblos se sacan la venda y exigen sus derechos. La trilogía romana para la distracción del pueblo estaba compuesta por el circo, el teatro y el anfiteatro, occidente se ha inspirado de tal forma en Roma que ha hecho prosperar estrategias que deberían haber quedado en el pasado; saque usted sus propias conclusiones.

Opinar ante hechos de esta naturaleza, salvo para quienes somos mapuche, pareciera no ser una prioridad, incluso manifestar nuestro descontento es difícil. Si hay una herencia que nos ha quedado de la “pacificación” y la dictadura es el miedo, miedo que las actuales políticas represivas no hacen sino exaltar, y manipular para mantenernos dormidos. Al parecer los derechos humanos han buscado acomodo sólo en algunas clases sociales o ciertos grupos, que no somos todas ni todos, menos aún los mapuche, las mujeres, los pobres, los excluidos, los que piensan diferente. Consideremos por ejemplo, la persecución a los periodistas, fotógrafos y otros simpatizantes que divulgan la situación del pueblo mapuche por medios de comunicación y redes sociales, y la criminalización del conflicto entre el estado chileno – pueblo mapuche.

El equilibrio roto nos llama a todos y todas quienes somos parte de este territorio a levantar la voz frente a las injusticias, frente a los atropellos, frente al dolor y a la humillación pública. El mapuche es tan humano como cualquiera, se harta de vivir en la pobreza, en la miseria, se harta de no tener agua para tomar, se harta de ver como destruyen a la ñuke mapu, lucha por preservar su cultura, su pueblo y reclama el derecho a defender esta tierra que habitamos, el equilibrio de ella redundará en vida tanto para usted como para nosotros ¿Es entonces la defensa de la vida y de la tierra un rol que sólo compete a las comunidades? ¿Estamos claros que es una lucha de todos y todas? Más de un punto en común encontraremos si nos sentamos a conversar a parlamentar.

Históricamente cuando han  ocurrido graves vulneraciones de derechos humanos los estados generan leyes y políticas de reconciliación, verdad y justicia, para «reparar» de cierta forma lo dañado. ¿De qué otra forma podríamos interpretar la mal llamada «Pacificación de la Araucanía» por el Estado chileno sino como una grave vulneración de derechos humanos?

No se entiende la ceguera de la que hoy hacen gala nuestros políticos que eluden el dialogo, la reivindicación y las propuestas para restituir los derechos vulnerados. Vivir bien es un derecho, la tierra que de generación en generación ha sido parte de una comunidad donde antes no hubo sino comunidades y familias ¿No es acaso un derecho?

Chile ha firmado tratados como el Convenio 169 de la OIT y otros con rango constitucional, esa voluntad mostrada hacia la comunidad internacional queremos verla manifiesta al interior del país con los pueblos indígenas. Hoy en día se corrompe al derecho creyendo que a través de él se puede matar un movimiento, se pueden parar los procesos y exterminar a un pueblo, no es así.

El newen que corre por todos y todas los mapuche, nos llama a unirnos, para que la solución al «Conflicto con los Estados» sea una prioridad,  para que sea prioridad el küme mongen, que podamos decidir el desarrollo que queremos, para que el reconocimiento constitucional marque el inicio de un camino juntos.

El rol de las mujeres y hombres profesionales mapuche, debe considerar el cómo la visión de nuestra sociedad se expresa en los espacios en los que participan, la educación se transforma en una herramienta para transmitir el mensaje de que el pueblo mapuche estamos, existimos, trabajamos y queremos vivir en un estado que reconozca derechos colectivos, no en un estado de excepción.

Quienes somos mapuche, no podemos quedarnos calladas ni callados ante hechos de esta naturaleza, es hora de que el miedo, aquel miedo que asola los campos esperando ver un pueblo y a una sociedad que se rinde, salga de nuestras vidas y seamos capaces de hablar y pedir justicia y respeto a nuestros derechos- taiñ mapuche nor felen – para los mapuche, que no es otra cosa que justicia para nosotros mismos.

* Asistente Social y Magister en Derechos del Niño y la Mujer. Originaria del lofmapu Folilko.

** Psicólogo y Magister (c) en Sociología. Originario del lofmapu Folilko.

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