sábado, abril 20, 2024

El profesor mapuche que convirtió el barrio en una gran aula

Eduardo Melillán, de 52 años, es un maestro de guardapolvo blanco que tiene muy presente de dónde viene y comparte sus saberes con una comunidad en Puelmapu (Argentina) que le responde entusiasmada y en un barrio que en su nombre evoca al pueblo mapuche: Pichi Nahuel (“tigre chico”).

Guadalupe Maqueda

lmneuquen.com.ar /

Fotografía: Francisco Sanchez

No es la ronda infantil de San Miguel, la que todos alguna vez jugamos cuando éramos niños. Es otra ronda la que veo. Una que se gesta en torno a un árbol de durazno en flor que hermosea el patio de la salita del barrio Pichi Nahuel. La forman el maestro Eduardo Melillán y sus alumnos de la Escuela Primaria 199 cada vez que tienen que preparar el terreno para sembrar verduras y hortalizas. Es una forma de pedirle permiso a la Mapu (tierra) y rogarle que se dé bien la semilla.

En silencio, cada uno reza su propia oración y piensa en positivo. Luego la ronda se desarma, algunos niños toman una pala, otros un rastrillo y comienzan a trabajar. Se nota que les gusta porque sueltan una carcajada y no se pueden quedar quietos. El docente y el personal de salud del proyecto también disfrutan de verlos.

Melillán, de 52 años, es un maestro de guardapolvo blanco que tiene muy presente de dónde viene y comparte sus saberes con una comunidad que le responde entusiasmada y en un barrio que en su nombre evoca al pueblo mapuche: Pichi Nahuel (“tigre chico”).

Empezó como difusor de la lengua mapuche en escuelas neuquinas y, en ese andar, quiso ser maestro. Abandonó sus estudios como contador público y entró a la Facultad de Ciencias de la Educación, donde se recibió de profesor de enseñanza primaria. En 2003 comenzó a dar clases y no paró más. Pasó por varios establecimientos educativos de Cipolletti y en 2008 echó raíces en la Escuela 199. En su primer año hizo un trabajo de hormiga para conocer a las familias de sus alumnos, golpeando la puerta de sus casas y hablando con cada una de ellas.

Clases

Tiene a su cargo dos quintos grados. Enseña matemáticas, lengua, ciencias naturales y sociales. Pero también educa en valores. “A los chicos les gusta mucho que los mimen, los abracen y les hablen. Yo insisto mucho con la higiene, el cuidado del medioambiente y el respeto. Pero sobre todo insisto para que sigan estudiando. A la universidad la ven muy lejos, pero los animo y les digo que ellos pueden. Fortalezco su autoestima”, contó.

Y en el diálogo cotidiano que establece con chicos y pares, mantiene vivo su origen. En una palabra o una frase que se vuelve familiar, que puede acompañar la cartelera o la pared de su clase, o en el saludo mari mari más difundido. También enseña cuando salen del aula y toman contacto con la naturaleza.

Pueden ir a la salita donde tienen una huerta o al patio de la escuela, que embellecen con plantas aromáticas o medicinales, como la ruda y la menta. Otras son más ornamentales por su aroma o color, como rosas y geranios. Y no queman las hojas del otoño, si no que las acopian debajo de los árboles o alrededor de las plantas porque con ellas harán compost. Para el maestro de grado, lo que hacen es una forma de “crear un vínculo de pertenencia con la escuela”.

En un sector de la salita preparan el terreno para sembrar semillas. También reservan un espacio para colocar plantas de tomate cherri y en otro sector piensan hacer almácigos. “A futuro queremos hacer un invernadero”, acotó el enfermero que acompaña la labor, José Chandía. Y agregó: “Todo el equipo está comprometido con este proyecto. Aquí, los chicos podrán seguir viniendo a cosechar lo que sembraron”.

9 años lleva el docente en el Pichi Nahuel

Cuando llegó, recorrió el barrio casa por casa para conocer a los padres de sus alumnos. Hoy desarrolla huertas y plantaciones en la escuela y en el centro de salud para motivar a los niños a ir más allá del estudio.

Enseñanzas mapuches

Muchos alumnos tienen origen mapuche y descubren en Melillán (que significa “cuatro chaquiras”), por ejemplo, el significado de sus apellidos: Pailacura, Curilao, Huentecura y tantos otros. Pero otros, que no son pocos, tienen su raíz en Paraguay y cruzan palabras en guaraní cuando no se sienten observados. “Yo siempre les digo que acá somos todos iguales y que se sientan orgullosos de sus orígenes, y les trasmito la cultura del trabajo. Intento relacionar los contenidos áulicos con la tierra, el cuidado del medioambiente y el paisaje que nos rodea”, explicó.

El caso Maldonado lo debate con los adolescentes

Cuando termina su trabajo en la Escuela 199, el maestro Eduardo Melillán vuelve a Neuquén, donde vive con su familia y enseña a jóvenes y adultos de nivel medio que concurren a clase en horario nocturno.

En esos ámbitos, ejerce el rol de profe de Historia y Geografía y puede hablar de otras cosas, como la desaparición de Santiago Maldonado, un tema cuyo debate en las aulas se volvió tabú por el rechazo de grupos de padres y dirigentes políticos.

Melillán reconoció que como mapuche la situación lo moviliza porque todo se desató por un conflicto vinculado a la tierra y los mapuches. Por eso, considera que no puede soslayar la discusión del tema: “Creo que es importante movilizarse y pedir justicia, que no desaparezcan personas en democracia”, manifestó el docente, quien no replicó los debates con los niños de la primaria del Pichi Nahuel.

El maestro advirtió que el caso “está muy politizado”, pero en el diálogo con sus alumnos más grandes les dice que “siempre hay que ponerse en el lugar del otro” y, desde allí, analizan el caso. En torno a la desaparición de Maldonado, ponerse en el lugar del otro es pensar en el hermano y los padres de Santiago; y qué haríamos y cómo nos sentiríamos si desapareciera un familiar querido nuestro. Él se lo puede imaginar porque tuvo familiares torturados y exiliados.

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