Lucio Cuenca, director del OLCA, aborda los conflictos y desigualdades generados por el sistema energético en Chile. Sostiene que el principal problema radica en que los gobiernos dejaron la política energética en manos de las empresas y que actualmente el modelo está orientado a una interconexión para facilitar el extractivismo en la región. Al mismo tiempo plantea alternativas por fuera de la lógica del modelo actual, mientras advierte que «si las renovables se incorporan en nuestra matriz dentro de la misma lógica del mercado actual, va a continuar la alta resistencia en la gente»
Por: Felipe Gutiérrez Ríos / Fotos: OLCA / Transcripción: Lilén Almendras
El sistema energético chileno está lleno de nudos problemáticos. A los diversos conflictos socioambientales que producen todos los eslabones de la cadena energética -generación, importación, distribución- se suma el desigual consumo de energía, que reproduce las desigualdades que el modelo económico sostiene en el país. En esta entrevista realizada en Panguipulli durante un encuentro contra el extractivismo energético en el Wallmapu, Lucio Cuenca, director del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA) sostiene que el problema central de esta crisis es que a partir de la Dictadura, el Estado se marginó de la generación energética, “o sea ahí el país renuncia a una soberanía para determinar qué energía se genera, qué tipo de tecnología se utiliza y se deja en manos de las empresas la política energética”, señala.
Traspasándolo a números, Cuenca sostiene que más del 60% de la energía eléctrica es generada por la combustión de fósiles, particularmente carbón. Y en la otra punta del sistema energético, las mayor consumidora es la minería, con cerca del 37% del consumo eléctrico. “Entonces tenemos una matriz energética privatizada y trasnacionalizada. Pero además esos combustibles nosotros no los tenemos, por lo tanto somos altamente dependientes del mercado internacional. Por lo tanto y con la lógica neoliberal que impera en Chile, eso significa que todos los costos asociados a esa lógica se transfieren a los usuarios, donde privados como las mineras y las forestales, tienen condiciones especiales de negociación con las generadoras. Entonces los que terminan pagando sobreprecio a las empresas generadoras son los usuarios comunes y corrientes, que si bien no representan un porcentaje muy alto del consumo de electricidad, son los que pagan la energía eléctrica más cara dentro del sistema”, dice Cuenca.
-Durante la gestión de Máximo Pacheco como Ministro de Energía se habló prácticamente de una revolución del sistema. ¿Cómo caracterizarías la gestión energética del gobierno de Bachelet?
“Durante el gobierno de Bachelet se introdujeron pequeños cambios en cuestiones de mercado como ciertos incentivos o licitaciones para cubrir demandas puntuales, así como se fijaron cuotas para que las empresas estuvieran obligadas, por ejemplo a incorporar un porcentaje de su generación eléctrica a través de energía renovable no convencional. Otra medida fue la recuperación de algunos instrumentos para darle un rol al Estado en ciertos segmentos de la energía, a través de Enap. Pero esto se hizo bajo la misma lógica de generación de energía a través de trasnacionales privadas. En este caso, de acuerdo a la Constitución, el manejo de los hidrocarburos en Chile no es concesionable, entonces se inventaron los contratos de explotación que permitieron que ingresara una gran cantidad de empresas trasnacionales a la exploración y explotación tanto de petróleo como de gas y a introducir de manera desinformada frente a la ciudadanía también la extracción de gas a partir de fracking. Eso lo está haciendo teóricamente la empresa estatal chilena, pero con contratos entregados a empresas privadas trasnacionales.
Entonces, desde la perspectiva de los gobiernos de la Concertación y la Nueva Mayoría estos pequeños cambios fueron mostrados como una revolución energética. Sin embargo, la matriz en general como se fue constituyendo a lo largo del tiempo no tiene cambios sustanciales, o sea seguimos teniendo una matriz extremadamente sucia donde si bien la generación a partir de carbón representa un 23% de la capacidad instalada, cuando se ven las cifras de lo que realmente se consume y de donde proviene esa energía, esa presencia del carbón se transforma en un 46%. Entonces claramente la lógica de ellos y los incentivos que ellos ponían dentro de su supuesta revolución no alcanzan a incidir en, por ejemplo, que efectivamente se privilegie la energía “limpia”. Entonces eso demuestra que no hay cambios sustanciales”.
-¿El gobierno actual se podría considerar una continuación en materia energética?
“En muchos sentidos sí continúa una misma hoja de ruta. Lo que hay que entender es que en los distintos gobiernos lo que hubo fue un gran engaño de ir instalando y ampliando una matriz energética para una supuesta demanda de las necesidades de desarrollo que el país tenía. Entonces hubo una avalancha de proyectos que no solo duplican si no que prácticamente triplicarían la capacidad instalada que teníamos hace diez, quince años atrás. Esto incluso considerando que hay más de 10 mil megawatt que fueron paralizados por grandes proyectos como Hidroaysén, la termoeléctrica de Castilla, Punta Alcalde, Neltume, entre otras. O sea hay una gran cantidad de megawatt que fueron paralizados por la resistencia comunitaria y a pesar de eso la avalancha de ampliación de la generación era tan grande, que lograron igual hacerla crecer exponencialmente. Esa era la gran meta que tenían y que no responde a las necesidades del país. En realidad, la política energética responde a una lógica de integración extractivista con Perú y Argentina, o sea aquí lo que se estaba planificando era un negocio a mayor escala que solamente las necesidades de este lado de la cordillera”.
-Sería una integración regional pero en favor del extractivismo.
“Sí, lamentablemente en su teórica transición energética, los últimos gobiernos han optado por el gas, lo que significa embarcarse en esta lógica en lo que antiguamente le denominaron “el anillo energético sudamericano”, lo que es hoy día los gasoductos bidireccionales. Todo esto protegido por una serie de mecanismos que hacen difícil pensar en salidas. Los dos grandes sistemas interconectados chilenos ya se unieron a los sistemas de Perú y Argentina, lo que cada vez te va generando más amarras si piensas en las condiciones que imponen los Tratados de Libre Comercio y peor aún lo que podría haber sido el TPP. Desde la perspectiva de las relaciones internacionales, es muy difícil deshacer estos acuerdos en el futuro, entonces creo que son varios temas que hay que pensar a la hora de tener una política energética más soberana y con otra lógica, no con la lógica del extractivismo”.
-¿Qué alternativas se pueden plantar para superar el actual estado del sistema energético?
“Lo que pasa es que aquí hay que repensar la matriz en general, porque acá cuando estamos hablando de energía no solo estamos hablando solo de electricidad y Chile tiene un alto consumo de combustibles fósiles con las dependencias y los problemas que genera. Chile es uno de los países que más incrementa su generación de gases de efecto invernadero los últimos años, son indicadores que más allá que no sean muy relevantes dentro del marco internacional, sí te muestran ciertas tendencias. Entonces hay que repensar la totalidad del sistema. Chile tiene grandes potenciales para energías renovables, energía de tecnologías no convencionales, pero eso significa repensar la lógica del sistema interconectado, avanzar en términos de sistemas distribuidos, dándole más autonomía a las regiones para que puedan ir resolviendo desde las propias necesidades energéticas que se tienen. Pero si las renovables se incorporan en nuestra matriz dentro de la misma lógica del modelo actual, que son las megas plantas fotovoltaicas, los mega campos de generadores eólicos, va a continuar la alta resistencia en la gente, porque obviamente no se piensan con una pertenencia territorial, con una pertinencia cultural e incluso con una conservación de áreas altamente importantes para la biodiversidad. Esa es la lógica que hay que cambiar, y a partir de ahí, yo creo que Chile tiene gran potencial para ser más autosuficientes y hacer una transición no tan dependiente de los hidrocarburos.
*La presente entrevista es parte del Proyecto “Comunidades y territorios mapuche en articulación contra el extractivismo energético”, ejecutado por el Colectivo Mapuexpress con el apoyo del Fundo Socioambiental Casa.