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Witxal ñimin «un hacer de memoria»

18/03/2022.- Por Marcela Riquelme Huitraiqueo. Ilustración: Marcela Riquelme Huitraiqueo

Resumen:

El ngeren, o tejer Mapuche, es una práctica compuesta desde los saberes ancestrales. Un hacer, protagonizado por la singular comunidad de Ngerekafe ─personas tejedoras─, bendecidas por la araña sabia de las montañas, a quien llaman «Kushe Llalin». Posteriormente, a consecuencia de la colonización, el witxal ñimin, ha pasado a conformarse como elemento discursivo en la permanente exhibición de museos, siendo la traslucidez de sus vitrinas, el reflejo del silenciamiento de la memoria de las prendas y la apertura, ante una profunda problemática entre «museo y comunidad». Ante este cuestionamiento, se exponen las miradas y soluciones de tres tejedoras Mapuche, quienes, a través de sus experiencias, guiaran el tejer, hacia la inclusión de metodologías interculturales, buscando reestablecer el equilibrio en los espacios museísticos.

INTRODUCCION:

El witxal ñimin, nace en la particular comunidad ngeren, en muchas ocasiones como un saber heredado y en otras, como un encuentro con la «epistemología ancestral». Su composición es una simbiosis entre cosmovisión y técnica. Otorgándose esta relación, a partir del respeto por el territorio, lo cual, a su vez, se relaciona con el saber de los tintes naturales y la ceremonialidad del quehacer. Siendo esto último, una enunciación espiritual y el comienzo de la confección de las prendas, donde, su principal constitución serán las hebras memoriales.

Con el establecimiento de la colonialidad en el territorio, la apertura de los museos, ha pasado a establecerse como un eje principal en el desarrollo del patrimonio cultural chileno. Siendo estos espacios guiados, a partir de, una corriente nacionalista y eurocentrista. Donde, la «interculturalidad institucionalizada», será el primer velo de una relación quebrantada entre comunidades Mapuche y discurso museal.

De esta manera, se ha conversado, con tres Ngerekafe de las zonas de Nueva Imperial y Padre las casas, quienes, por medio, de sus testimonios reflejan el ngeren como una práctica sensible y llena de vida, para posicionar las prendas, desde la pertinencia de los ñimin o diseños iconográficos y las características de la persona portadora, como además el color y técnicas particulares, según el territorio de la tejedora. Concluyendo en la exposición de las causas que dividen al museo con las comunidades ancestrales. Develando palabras sabias y recomponedoras que entregaran una solución esperanzadora, en una nueva museografía para Chile.

Los principales antecedentes, sitúan el textil Mapuche en su contexto arqueológico, siendo esta ciencia, el primer eslabón en continuar “reproduciendo relaciones coloniales de dominación” (Ayala 2014). Puesto que, la arqueología responde a metodologías, conducidas en el establecimiento del patrimonio cultural pregonado por el Estado chileno, siendo esta hegemonía, el encargado de “fijar la cultura, materializarla, monumentalizarla, naturalizarla y restringirla” (Ayala, 2014). Potenciando corrientes eurocentristas y nacionalistas, en la conformación de los diversos patrimonios.

Por otra parte, en su mayoría, los discursos museales en Chile, mantienen la fijación argumentativa del primer museo nacional, fundado, con la intención de promover una cultura única y para todos. “Una nación cuyos miembros debían estar unidos por una sola cultura y por un conjunto de creencias, valores y tradiciones compartidas” (Alegría, 2004). Sin embargo, la profesora Hernández, sostiene que los museos son espacios de cambio, por lo cual, “Como todo proceso natural, los museos también van evolucionando. “De forma que éstos, considerados como «asilos póstumos», «mausoleos» o «santuarios» se van convirtiendo en lugar de estudio e investigación”. (Hernández, 1992). De acorde, a su contexto histórico y por supuesto a las necesidades de una sociedad en constante transformación. Es así, como la concepción contemporánea del museo, debe evocar “Su misión social tomando presente sus colecciones de forma que los visitantes puedan reconocerse en ellas y despierte su curiosidad, su admiración y el deseo de saber”. (Hernández, 1992). De esta manera, hoy, los discursos museísticos deben ser concebidos a partir de, la relación que se genera con las comunidades que le rodean, produciéndose un espacio basado en la inclusión de las «otredades», donde prima el respeto, la educación y, sobre todo, la participación comunitaria.

Para las Ngerekafe, el textil comprende un universo de simbolismos y sentires. De historias anudadas en la herencia estética de un pueblo. Cada prenda confeccionada, conlleva, horas de íntimos actos, que culminaran en la pieza acabada. Los colores, conforman un fragmento de aquella sensibilidad, puesto que, su cromado identifica particularmente un territorio del otro. De esta manera, los colores también se cultivan en la herencia del saber, a partir de la gestación entre tejedora y naturaleza. “Hay que respetar la naturaleza, esa madera y esas flores, están vivos igual que nosotros y matarlo también le duele”. (Matilda Painemil) extraído de (Kuyfi, 2015).

Los ñimin, por otra parte, son la develación creativa de las múltiples maneras que tienen las tejedoras de dibujar la percepción que absorben del universo que las rodea. Es por ello, que los ñimin, responden a la naturaleza; al cielo estrellado, a los animales que acompañan la comunidad, a los tiempos naturales y sus estaciones, como además a la espiritualidad que fielmente, aflora en la fibra de las prendas. “Las abuelas soñaban con el tejido, las viejitas dicen que soñaban (…) Antes soñaban los diseños, los colores y cómo hacerlo”. (Maria Teresa Curaqueo) extraído de (Lienlaf & Aldunate, 2002).

Es por ello, que la participación activa de la comunidad tejedora Mapuche en la exposición permanente de las diversas prendas bajo el contexto de museo, debe guiarse desde la «interculturalidad participativa», entregando a la comunidad la facilidad de compartir su memoria. Puesto que, como en numerables ocasiones se ha declarado, el pueblo Mapuche es un pueblo vivo, y sus saberes merecen el respeto de la consideración.

El witxal ñimin, es un hacer memorable, su importancia sostiene la espiritualidad de un pueblo y de una comunidad en particular, protagonizada, en su mayoría, por mujeres. De esta manera, las prendas han de situarse en contexto, con los relatos que sostienen.

METODOLOGÍA

 

El nutxam o conversación Mapuche, es un momento donde dos personas se encuentran para dialogar, intercambiar opiniones y reflexiones. Una metodología intercultural, que busca la integración de la investigación, desde el contexto donde nace. En este caso, Isabel Currivil, Zenobia Currivil y Soledad Pichicón, serán las protagonistas de situar el witxal ñimin como un «hacer de memoria».

Las hermanas Currivil, son dos tejedoras con más de cuarenta años de experiencia. Perteneciendo a la quinta generación de tejedoras de su núcleo familiar. El ngeren en ellas, se presenta como una herencia continua. Un saber entregado con la esperanza de su descendencia en el futuro. Para Soledad, en cambio, el ngeren nace desde aquel encuentro con la “epistemología ancestral” (Albán 2006), un llamado al reencuentro de los saberes antiguos, como una recomposición de los silencios del tiempo. Su trayectoria, la ha llevado a crear en comunidad, envuelta en el calor de las mujeres que integran su familia, develando una destreza única.

De este modo, fueron realizadas tres visitas en terreno, donde tuve ocasión de conocer los territorios ancestrales de Soledad y Zenobia, en las comunidades Bayo Toro Levillan, y Rukañan, de la zona de Nueva Imperial, como también el hogar de Isabel, situado en la comuna de Padre las Casas.

Los conversatorios fueron guiados tomando en consideración los siguientes puntos; Chalituwun (presentación de las participantes). Nacimiento del witxal ñimin en la vida de las tejedoras. Inicios de sus experiencias como Ngerekafe. Relación del ngeren y el feyentun Mapuche. Relevancia del ngeren como un saber heredable. El ñimin y sus significados. Experiencias y encuentros ante el museo. Testimonios sobre el witxal ñimin en el contexto de museo. Soluciones en la cabida de la interculturalidad como respuesta, en la relación de comunidad y museo. Finalmente, el witxal ñimin como una práctica de memoria.

El witxal ñimin como herencia.

 

A través de sus relatos, las tejedoras Mapuche, rememoran los primeros encuentros con la fibra, compartiendo la curiosidad de una etapa de sus vidas, que las llevará a aprender y sumergirse en los saberes del witxal. Estos aprendizajes conformados por la herencia y el encuentro de la técnica, las convertirán en portadoras de numerables relatos, teniendo la responsabilidad como lo manifiestan, de transmitir su kimün a nuevas generaciones.

En este legado, no solo se crea la destreza técnica. Para las tejedoras, es fundamental conocer las ceremonias y ritualidad de todo el proceso de confección de una pieza, lo que conlleva, relacionarse con la naturaleza en la recolección de los tintes naturales, como también mantener un equilibrio espiritual, para soñar y recibir los imaginarios astrales. Finalmente, la espiritualidad cultivará el desarrollo de una pieza textil bien acabada.

Por otra parte, en sus testimonios, se observa con detenimiento los diversos ñimin. Aquellos dibujos presentes en las prendas, cada uno, con un significado evocativo de alguna ceremonia; naturaleza o acontecimiento. Dentro de este imaginario visual, existen ciertos ñimin sumamente relevantes, algunos de ellos son; el Lucutuwe; representativo como lo manifiestan las tejedoras, de la intimidad de la mujer y el Yeyipun, traducido como la «rogativa Mapuche», un momento de conexión con la madre tierra, su naturaleza y la ancestralidad. Donde, las personas abren su corazón, para desplegarse en un abanico de amor y misericordia. Este ñimin, es el principal protagonista de la prenda txariwe; que sostiene el vientre de la mujer y la acompaña en su cotidianidad.

Otros de los ñimin, que florece en los relatos de las Ngerekafe, es Llalin, «la araña», manifestación del epew kushe Llalin. La araña que teje en las montañas, donde antiguamente numerables niñas eran llevadas, para ser bendecidas con su tela, envolviendo sus manos y entrelazando sus dedos, con la fortuna de llegar a ser buenas tejedoras.

El mundo estético del ngeren, se torna un conjunto de importantes elementos que se complementan para existir. Donde, se revelan simbolismos en el uso del color, la técnica, el dibujo, el tipo de prenda y la espiritualidad de la tejedora. En su conjunto, conforman una parte fundamental, de la epistemología ancestral Mapuche. De esta manera, su contexto museístico, como lo declaran las participantes, debe sostener de manera respetuosa y pertinente, todos estos saberes. Situando al textil en el ápice de la memoria ancestral, en un discurso que integra a la comunidad ngeren desde la «interculturalidad participativa».

El witxal ñimin para las tejedoras y la problematización ante el museo.

 

Como se ha expuesto, el witxal ñimin, no solo es una técnica ancestral, cuyo propósito se torna en vestir y abrigar a la comunidad. En su conjunto, este hacer, envuelve numerables relaciones íntimas entre la comunidad tejedora y la cosmovisión del pueblo Mapuche. Una relación inquebrantable, que se verá expuesta en la permanente exhibición de piezas bajo el alero de la museografía chilena. Para las Ngerekafe, el museo representa una hegemonía patrimonial, si bien sus visiones son esperanzadoras en la proyección del museo, concebido como un espacio diverso, que permite salvaguardar las piezas textiles y compartir aspectos claves de las diferentes culturas, se vuelve preocupante, que, hasta ahora, salvo por algunas iniciativas venerables como el Museo Ruka kimvn Taiñ Volil, en la comuna de Cañete, la dirección de estos discursos, continue siendo guiada por los «especialistas del conocimiento», quienes, de alguna manera, se han encargado, de «suponer» las piezas, sin entregar cabida a su memoria. Esto, ha significado una constante preocupación en la armonía de las comunidades creativas. La invisibilización de las comunidades vivas en la dirección museística, a resultado en una profunda fisura forjada por el eurocentrismo y la negación de la presencia relevante de los «saberes ancestrales».

Para Adolfo Albán, el encuentro con la «epistemología ancestral», conduce las «realidades ancestrales». Aquellas donde, se asume las diversas verdades como un símbolo de respeto y de lucha, ante un mundo forzosamente colonizado y globalizado.

La dicotomía entre conocimiento y saber ha oscurecido la posibilidad de reconocer que comunidades como las indígenas y afros son productoras de conocimiento, tradicionalizándolas y reduciéndolas solamente al folklore o la cultura, deslegitimando el acumulado histórico que ellas poseen y que les ha permitido resistir y mantenerse en medio de los procesos actuales de globalización. (Albán, 2006).

La deslegitimación de la comunidad ngeren ante el museo, implica una profunda atención. Puesto que, si bien, con el tiempo se han cultivado ciertas relaciones de parte de los espacios, hacia las comunidades creativas, estás han sido guiada a partir de la «interculturalidad institucionalizada», donde, son otorgadas esporádicas relaciones de participación, más no, la seguridad de una intervención integra para las comunidades Mapuche.

Ante esta situación, las tejedoras proponen la apertura hacia los diálogos interculturales. Donde, se destaquen aspectos importantes tanto para el pueblo, como para las comunidades creativas Mapuche. Relevando de este modo, la inserción de la oratoria en la exposición de las prendas textiles. De este modo, se sugiere la participación activa de una guía Ngerekafe en el museo, que alce la memoria de las prendas en colección, y comparta el respeto de aquella ancestralidad. Lo que, a su vez, como lo manifiestan, esta acción generará la expansión de los saberes ancestrales Mapuche, desplazando problemáticas preocupantes, como la «apropiación cultural», cuyo remedio, desde la visión de las participantes, debe conducirse desde la educación. Por otra parte, es importante, para las tejedoras el registro de las prendas, con el fin de que estos documentos visuales, sean llevados a las diversas comunidades ngeren, para el estudio adecuado de la técnica y el ñimin, con el fin de que los significados vuelvan a aflorar, y la comunidad pueda reconocerse en las prendas, repitiendo aquellos lenguajes escondidos por la institución, con el fin, de revitalizar sus propias memorias.

Como lo señala la profesora Hernández, los museos deben escuchar e integrar a las comunidades, con el motivo, de que estos espacios sean realmente una representación de las diversas identidades, permitiéndoles expresar lo que consideran importante, como una manera adecuada de relacionarse con los múltiples patrimonios;

La Museología no puede establecer una norma válida para los museos a escala mundial. Por ello, no debe ser considerada como una ciencia normativa que impone sus criterios, sino que será el propio museo y la comunidad, los que teniendo en cuenta su situación política, económica y cultural, en los objetivos y la política a seguir. No hay que olvidar que el museo debe estar en función del público, tiene que educar y comunicar sin relegar la misión de conservar los testimonios culturales y transmitirlos a las generaciones futuras. (Hernández, 1992).

En esta escucha, se encamina la esperanza de museos sensibles. Como un refugio que resguarda precisamente la diversidad epistémica. Lugares, donde la concepción de la creatividad es múltiple y verdadera. Puesto que, para las comunidades originarias, la materialidad de los objetos es un todo con el territorio y la persona creadora, es por ello, que desprender una cosa de la otra, ha traído como consecuencia, ─ la desestabilización del equilibrio espiritual de todo un pueblo─.

CONCLUSIONES

 

«Kushe llalin» el epew de la araña sabia, es un relato que envuelve aquella sensibilidad con la cual es concebido el saber textil. La memoria que aflora una y otra vez en la confección de las múltiples prendas guiadas por las manos de las Ngerekafe. Llalin ñimin, alberga el sonido de las palabras del tiempo, las que son narradas a nuevas generaciones de niños, niñas y jóvenes interesados en aprender este maravilloso lenguaje. Este relato, manifiesta la importancia de la memoria de los hilos, revitalizando la espiritualidad Mapuche, que trasciende en esta investigación. La museología en Chile, necesariamente ha de adecuarse a las necesidades de las comunidades, porque como bien, lo menciona la profesora Hernández, los museos deben ser el espejo de la identidad de las múltiples culturas, para encontrar en este espacio, respeto, aceptación y sobre todo sabiduría.

Los testimonios de Isabel, Zenobia y Soledad, construyen aquel puente necesario en una relación equilibrada entre institucionalidad y comunidades. En sus palabras, surgen ideas cautivadoras y soluciones interculturales que entregan participación activa a la comunidad ngeren en la conducción de la museografía. De esta manera, su consideración ha de edificar nuevamente la relevancia de mantener vivos los diversos patrimonios; objetos, prendas y memorias que por generaciones han pertenecido a las personas y no a los Estados. ─El Museo como un contenedor intercultural, donde las «realidades ancestrales» florecen─.

BIBLIOGRAFíA

 

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