Pronto a cumplirse un nuevo llamado “aniversario de la patria chilena” donde se realizan diversas formas de celebración, las que mezcla en sus conmemoraciones: Los inicio de un proceso de independencia de una oligarquía criolla frente a la corona española que comienza la fundación de un estado para seguir reproduciendo un control patronal – patriarcal sobre la gran mayoría de la población en Chile; Y por otra, la tradición de origen rural y popular como la chingana, cuyos últimos restos de sus costumbres se pueden ver por estas fechas en las llamadas fondas y ramadas.
Se comparte este artículo ya publicado en fechas anteriores.
Imagen 1 / hacia 1852. Dibujo también aparecido en publicación de Paul Treutler. / Imagen 2. La Zamacueca» de Manuel Antonio Caro (Chile, 1872)
¿QUÉ SE CELEBRA REALMENTE?
La celebración que desde el poder se promueve por los nuevos años de «chilenidad» para festejar a un estado patriarcal, genocida, explotador, colonialista, unicentrista, etnocentrista, capitalista mercantil, antidemocrático, oligárquico, policial, bélico-militar lo que para nada es el reflejo verdadero de los Pueblos que conviven en este País llamado Chile, quienes en su gran mayoría han tenido que soportar el fomento de las desigualdades sociales, exclusión, avasallamiento, discriminación y racismo..
Pero más allá de esa realidad, «Fiestas Patrias» es sinónimo de empanadas, vino tinto, juegos típicos y cueca, donde una mayoría celebra y se siente más cercana con la simbología sin rebuscar mayormente sobre los cimientos y verdaderos significados. Es un sentimiento – emoción que aflora más que conocimiento y momentos que se entremezclan.
Según todas las fuentes, el Chile del siglo 19 tenía como gran e inmensa mayoría de población la vida rural campesina, la que ha venido progresivamente desapareciendo hasta el día de hoy. Allí en el seno del campo principalmente, tenía varias instituciones sociales, culturales, populares como la “chingana”.
Las Chinganas, eran sitios donde la gente iba a entretenerse, comer, cantar, bailar y tomar buenos mostos cultivados en la zona central, junto con ser un importante espacio de convivencia y de información, ya que allí circulaban las últimas noticias de quien se casaría, quien había muerto, quien había nacido, etc, etc.
En general, la Chingana fue uno de los lugares donde se desarrolló de modo más relevante la tradición popular, tanto de la cueca popular como del folclor en general. De hecho, según la memoria chilena, fue en una chingana de Curicó donde se desarrolló el célebre duelo de payas entre don Javier de la Rosa y el mulato Taguada, desafío que duró 96 horas y que se ha recuperado y recreado en numerosas oportunidades.
En Santiago, el sector donde proliferaban las chinganas era La Chimba, ubicada en la ribera norte del río Mapocho. Una de las más famosas fue la de Teresa Plaza, conocida como “El Parral”, ya bien entrado el siglo XIX.
La chinganas no solo era esparcimiento, también era reunión, y mientras el estado chileno paulatinamente asfixiaba la vida rural y aumentaba los poblados urbanos, también con ello iba desapareciendo la vida de la chingana, incluso, en varias lugares del valle central a mediados de siglo 19 las chinganas fueron limitadas, varias cerradas y perseguidas, porque según se decía, molestaba a la oligarquía.
Memoriachilena.cl publicaba que en en el año 1872, siendo intendente de Santiago Benjamín Vicuña Mackenna y ante los reclamos constantes de la “alta sociedad” y como un intento de regular la chingana, se instaló la “Fonda Popular”, mientras se clausuraron muchas chinganas y así se intentó concentrar la actividad en esta “Fonda Popular” ubicada en la esquina de las calles Arturo Prat y Avenida Matta. Sin embargo, cuenta la historia, perduraban algunas tradicionales con muchos bríos, como era el caso de “El Arenal”, de Peta Bustamante, ubicada en la esquina de las calles Marín y Lastra.
Así, paulatinamente, esta expresión popular esencialmente campestre, se fue limitando desde el poder hasta encuadrarla en lo que son las llamadas fiestas patrias, ya con el uso del término “Fonda” y ahí de alguna manera quedan algunos reflejos de los festejos a usanza, pero desvirtuados y entremezclados.
Pareciera que la gran Violeta Parra al instalar la llamada Carpa en el sector la Reina (1965 – 1967) y que habitó hasta el día de su muerte, lugar también llamado «universidad nacional del folclore», y que tuvo como dirección Calle La Cañada 7200, fue de alguna manera la recreación de una especie de tradición de chingana, donde pasaron junto a ella grandes músicos y se realizaron importantes eventos según trascendió.
Ahora, en estas fechas de festejos, una gran cantidad de integrantes de los Pueblos que coexisten en Chile, principalmente popular chileno, aprovechan estos días para desprenderse del yugo explotador, para recrearse fuera de los abusos y los atropellos, para compartir, para reencontrarse con los seres queridos e incluso recrear de alguna manera institucionalidades sociales y populares propias del mundo rural chileno, esa de un Chile más profundo que es mucho más que la de un estado controlado por oligarquías.
Más allá de las ofertas y el consumismo desenfrenado que aparecen por estos días, siempre se hace necesario ver también en estos momentos de esparcimiento y entretención sobre lo que realmente ocurre en nuestro entorno.
LA OLIGARQUÍA ESTATAL CHILENA
Comúnmente, la historiografía define este período como aquel comprendido por el establecimiento de la Primera Junta Nacional de Gobierno (el 18 de septiembre de 1810) y la abdicación de Bernardo O’Higgins al cargo de Director Supremo (el 28 de enero de 1823). Este periodo es además subdividido en tres etapas que se denomina: la llamada Patria Vieja (1810 a 1814), la Reconquista o Restauración Monárquica (entre 1814 y 1817) y la Patria Nueva (de 1817 a 1823).
Más allá de celebraciones por este 18, hace recordar los orígenes y desenlaces estatales con situaciones de fondo como las sistemáticas violaciones a los DDHH que se han venido cometiendo en todo el devenir histórico del estado chileno, desde su origen, como la traición y asesinato del rebelde Manuel Rodríguez (1818) en los inicios de la llamada “independencia”; O Desde la invasión al territorio y masacres al Pueblo Mapuche a finales del siglo 19 y parte del siglo 20; La facilitación estatal para el genocidio de pueblos indígenas australes (Kawaskar y Selknam); La matanza de la Escuela Santa María de Iquique con el asesinato de trabajadores de las salitreras y sus familias (1907); La matanza del seguro obrero (1938); el mismo golpe de 1973 arrojando una serie de detenidos, desaparecidos, ejecutados, violentados por poderes fácticos, siendo varias las situaciones que se han proyectado más allá de la Dictadura militar y que se han venido reproduciendo en los gobiernos civiles de la concertación y en el de ahora de la Alianza.
Una seguidilla de historias estatales de sangre, masacres, abusos, conspiraciones e intervenciones, impulsadas en su totalidad por oligarquías que en la mayoría del tiempo de “independencia” han venido controlando el estado para sus haberes.
En suma, los inicios del proceso de esta “fundación” de este estado a sido a costa de una independencia para oligarquías para que no paguen tributo a la Corona española y seguir explotando de la misma forma lo que se ha proyectado hasta nuestros días.
Desde sus orígenes, esas mismas oligarquías representadas militarmente por O”Higgins, por ejemplo, conspiraron y asesinaron a los Carrera y a Manuel Rodríguez quienes luchaban por la independencia para la soberanía popular. Así se gesta este llamado Chile cuya extensión geopolítica durante casi la totalidad del siglo 19 fue desde el río Copiapó hasta el Río Bio Bio, cuya frontera al sur, hasta 1881 era el Wallmapu, el territorio ancestral Mapuche invadido bélicamente por el ejército con esa data.
A propósito, cabe recordar que en septiembre del 2010 salió a la luz una carta que estuvo todo ese tiempo oculta, donde O”Higgins, el Director Supremo, con investidura oficial, a través de una carta, hizo un reconocimiento de la Independencia de la Nación Mapuche y la menciona como diferente. “Araucanos, cunchos, huilliches y todas las tribus indígenas australes: ya no os habla un Presidente que siendo sólo un siervo del rey de España afectaba sobre vosotros una superioridad ilimitada; os habla el jefe de un pueblo libre y soberano, que reconoce vuestra independencia, y está a punto a ratificar este reconocimiento por un acto público y solemne, firmando al mismo tiempo la gran Carta de nuestra alianza para presentarla al mundo como el muro inexpugnable de la libertad de nuestros Estados”. La carta tiene como fecha sábado 13 de Marzo de 1819.
Por Alfredo Seguel