Escrito por Ediel Vásquez. Imagen: Pavel Égüez
“La interculturalidad está presente en las políticas públicas y educativas, lucha mediante, de los pueblos americanos por el reconocimiento de sus derechos. Sin embargo, la interculturalidad trasciende lo educativo. La interculturalidad implica un nuevo ordenamiento social. Ese nuevo ordenamiento cuestiona profundamente la lógica del capitalismo y sus lógicas de dominación y extracción.”
La interculturalidad puesta en los planes de muchos gobiernos sudamericanos, apuesta a la diversidad cultural y a un multuculturalismo, marginándola de cualquier sentido crítico, político, constructivo y transformador. Poner a la interculturalidad en las esferas de lo crítico, es enfrentarla a las instancias de poder y colonialidad, por tanto, la interculturalidad vista desde las perspectivas de muchos gobiernos americanos, es y debe ser, funcional al sistema político-capitalista existente en nuestros días.
Esta interculturalidad que es funcional al sistema dominante, que no toca las causas de las desigualdades sociales, que tampoco cuestiona las “reglas del juego” y que por lo tanto, es perfectamente compatible con el modelo neo-liberal existente, deja fuera de sus alcances los patrones de poder que son los que efectivamente mantienen la desigualdad, inequidad y la discriminación.
Bajo esta lógica, “unos”, son los llamados a controlar el poder y los “otros” son destinados a estar sujetos a éste. Porque finalmente, en las esferas del poder no existe la “interculturalidad”… En este sentido, el reconocimiento de este tipo de interculturalidad se convierte en una forma de dominación que no apunta a resolver las desigualdades sino que apunta al control de los conflictos territoriales y políticos históricos de los pueblos de américa.Conservando de paso, el modelo de la extracción y del capitalismo, pero ahora, “incluyendo” a los grupos históricamente excluidos. Así se apaciguan las luchas políticas de los pueblos americanos y se instala una nueva lógica común, que es la lógica compatible con el mercado.
Por otro lado existe otra forma de entender la interculturalidad, es la interculturalidad que es transformadora y que es concebida como unproyecto político descolonizador. La interculturalidad sólo tendrá impacto cuando sea asumida de manera crítica, esto implica la refundación de estructuras y ordenamientos sociales que por historia han inferiorizado a los pueblos americanos, pues, son estructuras impuestas desde la lógica del colonialismo y del poder.
La construcción de la interculturalidad implica por tanto, transgredir y desmontar la matriz colonialista existente, implica distanciarse del capitalismo como razón única de ordenamiento político, económico y social e implica en gran desafío de tener actores sociales capaces de comprender y vivir bajo otra lógica de convivencia social.
Otro tema transcendente en el análisis de la interculturalidad, es la interculturalidad impuesta desde el “saber”. La lógica de entregar conocimiento se instala como una de las más efectivas formas de culturización y dominación. Donde el conocimiento occidentalizado brindado en las escuelas y universidades es impuesto por la cultura colonialista, apropiándose de esta manera del saber y hablando en nombre de “el conocimiento”.
Este conocimiento occidental, además, tiene claras definiciones de género y color, pues es un conocimiento masculino y blanco. A los conocimientos y saberes ancestrales, históricamente se les ha puesto calificativos que lo folclorizan, lo inferiorizan, y le marginan del llamado “conocimiento formal”.
El conocimiento ancestral y milenario contradice profundamente a este conocimiento formal, pues el conocimiento formal es funcional al capitalismo, lo reproduce y lo potencia. El conocimiento ancestral, en cambio, choca con el conocimiento formal por su raíz cultural, ecológica y claramente anticapitalista.
Por lo tanto, se hace complejo poder comprender la interculturalidad crítica, sin enfrentarla a este colonialismo del saber.
La interculturalidad debe trascender lo educativo y debe posicionarse como una nueva forma de ordenamiento social, ordenamiento que es opuesto al capitalismo y a sus lógicas de extracción y dominación.
