La Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI) celebra sus 20 años de existencia, importante articulación a nivel País que viene contribuyendo de manera activa al desarrollo integral de mujeres, considerando los aspectos laborales, económicos, sociales y culturales, a través del estímulo a la organización y su fortalecimiento en diversos territorios.
Todo su quehacer ha estado sustentado a la construcción de relaciones de igualdad, considerando la condición de género, clase y pueblos, en un medio ambiente de relaciones de respeto entre las personas y la naturaleza.
El día 13 de junio ANAMURI tuvo su encuentro nacional en la Biblioteca de Santiago, donde acudieron delegaciones de diferentes puntos del País. A continuación, compartimos los mensajes de la directiva nacional y enseguida, el de su presidenta, Mónica Hormazábal Baeza.
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Celebrando 20 años de unidad y lucha de las mujeres del campo.
Queridas compañeras y amigas;
Las mujeres campesinas y de pueblos originarios que nos agrupamos en ANAMURI, desde Arica a Coyhaique, celebramos un año más de existencia, de vida orgánica, de lucha por nuestros derechos y contra la violencia del Estado y sus bases patriarcales; en defensa de las semillas nativas, la agroecología, por el derecho a la tierra y la soberanía alimentaria.
A casi dos décadas entrelazadas por nuestras aspiraciones en los múltiples caminos de lucha organizada desde el campo, nuestro mayor homenaje es a las valientes y revolucionarias mujeres que establecieron las bases de un proyecto de sociedad distinto para Chile en donde entráramos las mujeres del campo, con nuestros valores y fortalezas. A las que ya no están, las que han partido pero que dejaron siembras de esperanza y dignidad para seguir en la consecución de nuestros derechos.
Así como versan las décimas de nuestra constitución en 1998 “Allá en el pueblo de Buin, en junio en el día trece, con mucha fuerza florece, una asociación afín. Esta será el trampolín, pa’ buscar el bien común, de allá del norte hasta el sur, de las mujeres rurales, para mejorar sus males. Ahora nació ANAMURI”.
Hoy a dos décadas de aquel junio en el día trece, nuestra fuerza ha crecido junto a otras organizaciones de hombres y mujeres del campo en América Latina y el mundo que desde la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo y la Vía Campesina Internacional, nos planteamos en lucha contra el capitalismo y el patriarcado y por la defensa de la producción campesina que nos permita avanzar hacia una reforma agraria integral con soberanía alimentaria y popular.
En nuestro 20 aniversario como ANAMURI son múltiples nuestras alegrías pero con gran desconcierto y sentimientos encontrados, de cara al actual panorama político del país, por todas las amenazas que simboliza el programa de trabajo de la actual administración gubernamental frente a nuestras aspiraciones campesinas y populares.
Por ello animamos a todas a todas nuestras compañeras y amigas, a acompañar esta importante celebración y nos convocamos a que este nuevo aniversario sea un año de múltiples acciones que nos inviten a reflexionar y posicionarnos en todos los espacios de lucha por la defensa de nuestros territorios y derechos como mujeres campesinas y pueblos originarios.
Que la alegría que hoy nos invade sea la que nos impulse a seguir avanzando unidas y organizadas, construyendo y fortaleciendo nuestras alianzas de clase, junto a la construcción de nuestro feminismo campesino y popular.
¡Contra el Capitalismo y el Patriarcado!
¡Resistencia y Rebeldía, las Mujeres por la Vida!
Directorio Nacional ANAMURI
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Anamuri, celebra 20 años en lucha
Buenos días, amigos y amigas, compañeros y compañeras,
Hoy celebramos estos 20 años con mucha alegría, con orgullo profundo, con la humildad que nos recuerda que nuestra tarea debe seguir, que aún hay mucho por hacer y por qué luchar.
20 años atrás en Buin, 43 mujeres se reunieron para dar vida a la primera organización de mujeres del campo, la Asociación Nacional de Mujeres Rurales, ANAMUR. Eran productoras, artesanas, trabajadoras asalariadas, mujeres sin tierra, mujeres que ya llevaban una larga historia de lucha, pero que no veían los avances necesarios en el movimiento campesino ni en sus propuestas por una sociedad mejor.
Hoy saludamos con cariño y gratitud a las compañeras fundadoras que nos acompañan. Enviamos nuestros pensamientos a las que no pudieron llegar, y recordamos con cariño y emoción a las que ya no están.
Nacimos en rebeldía. Fue una decisión valiente y nada fácil, porque nos acusaban de estar dividiendo al movimiento sindical campesino. Nuestro objetivo era justamente lo contrario: queríamos fortalecer y visibilizar las demandas y luchas de las mujeres del campo, las que hasta ese momento eran invisibilizadas e ignoradas, y a través de ello, fortalecer el movimiento campesino en general.
El tiempo nos dio la razón: hoy somos una organización fortalecida, con aportes, demandas y propuestas de las mujeres del campo, que con su trabajo, sus posiciones y sus batallas, no sólo aporta a las luchas y construcciones de las mujeres, sino que fortalece y dinamiza el conjunto del movimiento campesino en Chile, a nivel latinoamericano en la CLOC y a nivel mundial en la Vía Campesina.
Hoy estamos presentes desde Arica a Aysén, con una base real y activa. Hoy somos ANAMURI. Las mujeres indígenas son parte fundamental de toda esta lucha, avances y construcciones en el campo, considerando además que las demandas y visiones de los pueblos originarios son específicas, y con nuestra diversidad hemos construido colectivamente nuestras posiciones a través de incontables reuniones locales y regionales, además de nuestras asambleas y nuestros dos Congresos Nacionales.
Somos una organización que es respetada, porque nuestras posiciones son fundamentadas, y no renunciamos a nuestros principios para quedar bien con el poder; pues junto a la crítica profunda hemos desarrollado propuestas claras y factibles.
Nuestros avances y nuestra fuerza actual no son casualidad. Las mujeres siempre hemos estado en el trabajo, en la producción, en la lucha y la organización. Se nos ha ignorado, borrado, postergado, pero aquí estamos. Fuimos las primeras agricultoras sobre la tierra, fuimos las que domesticamos los cultivos, descubrimos el oficio de la cocina, creando miles de sabores y aromas, con los alimentos que produce el campo y que nos permiten mantenernos sanas y sanos. Las mujeres hemos estado en cada huelga, revuelta, alzamiento y resistencia, sin por ello dejar de cuidar y acoger a la familia, cultivar y cosechar para así asegurar que se mantenga el buen vivir. Lo que hoy hace ANAMURI es participar visibilizando lo que hacemos para crear nuevas y mejores condiciones sociales que nos permitan vivir, trabajar, luchar y disfrutar del descanso en relaciones de igualdad, respeto, apoyo mutuo y emancipación para todas y todos.
Luchamos como asalariadas rurales, las mujeres que con nuestras manos iniciamos la agroexportación de la que se vanagloria el país. Luchamos por condiciones de trabajo dignas, por el derecho a contrato, salud, previsión y sindicalización. Junto con fomentar y apoyar la organización, hemos representado este sector ante el Estado y ante el sector patronal, presionando y exigiendo los derechos que nos corresponden. Hemos impulsado los tribunales éticos, donde hemos denunciado los abusos ante la opinión pública, para hacer conciencia que la agroexportación es explotación y violencia contra las mujeres.
Luchamos como productoras campesinas e indígenas, para hacer más efectiva nuestra resistencia a ser expulsadas del campo. Sufrimos los efectos destructivos del extractivismo: enfrentamos problemas crecientes con la privatización y el acaparamiento del agua por las mineras, las forestales, las empresas agroexportadoras y las hidroeléctricas. Vemos cómo se nos ponen cada vez más trabas para comercializar en forma independiente, lo que nos arrincona en los llamados encadenamientos productivos. Sufrimos cuando vemos que las grandes empresas -las forestales, las agroexportadoras, las mineras y las inmobiliarias- siguen acaparando tierra a costa nuestra. Vemos a nuestros hijos, hijas, nietos y nietas forzados a salir a la ciudad en busca de estudio y trabajo, probablemente para no volver.
Pero seguimos en el campo. Seguimos produciendo alimento para el pueblo, cuidando las semillas y cuidando la tierra, buscando fortalecer la agricultura campesina sin agrotóxicos, respetuosa con la naturaleza. Seguimos haciendo conciencia y exigiendo a las autoridades las condiciones necesarias para que la agricultura campesina siga garantizando alimento para todos y todas, y nos permita avanzar en la construcción de la Soberanía Alimentaria.
Luchamos como mujeres indígenas, para que el Estado Chileno acabe con las políticas racistas, clasistas, represivas y opresoras que ha impulsado desde la colonización. Tenemos el compromiso de luchar y movilizarnos hasta que sea derogada la Ley Anti-terrorista y acaben los encarcelamientos y persecuciones, al peor estilo dictatorial, que hoy se utilizan especialmente contra el Pueblo Mapuche. Y como ANAMURI también nos unimos a cientos de organizaciones que hoy exigen el esclarecimiento del asesinato de Macarena Valdés y el uso de todo el peso de la ley para detener la entrada del sicariato a Chile.
Todas juntas, reafirmamos nuestra identidad en la construcción de nuestra propuesta de un feminismo campesino y popular.
Muchas de nuestras acciones son también parte de luchas internacionales que impulsamos a través de campañas en los diferentes continentes. Somos parte de la campaña de la Vía Campesina Basta de Violencia contra las Mujeres en el Campo, que busca acabar con la violencia en todos los ámbitos y en todos los espacios, desde la estructura capitalista patriarcal, los lugares de trabajo, las organizaciones, las comunidades y la casa. No es una campaña de mujeres, es de toda la sociedad y nuestros compañeros deben ser tan activos en ella como nosotras.
Levantamos la exigencia de una Reforma Agraria Popular e Integral, indispensable para acabar con la pobreza en el país, garantizar alimentación sana y abundante para todas y todos, superar las crisis ambientales que sufrimos, enfriar el planeta y garantizar la vida. Será una Reforma Agraria que reconozca plenamente los derechos de las mujeres a acceder a la tierra, a los créditos y a los medios de producción.
Defendemos nuestras semillas, las que hemos cuidado por siglos y heredado de nuestras ancestras para dejar a las futuras generaciones, y que sigan siendo un patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad. Continuamos con nuestros intercambios de semillas, para que permanezcan entre las comunidades campesinas e indígenas y no se apropien de ellas las grandes corporaciones.
Debemos recuperar el agua como un bien común, recuperar la tierra para los pueblos originarios y para quienes la trabajan, recuperar el cobre y el litio para Chile, y recuperar el mar como un bien común.
Junto a otras organizaciones, redes y alianzas, paramos la Ley Monsanto y hoy luchamos para impedir que se ratifique el TPP o se revisen o firmen otros tratados comerciales que acaban con toda soberanía, eliminan décadas de conquistas sociales, ponen fuera de la ley muchas de nuestras luchas y nos dejan a merced de los grandes capitales transnacionales.
No queremos tratados comerciales que perpetúan las AFP y la inequidad, que nos impidan lograr una Asamblea Constituyente, educación gratuita y de calidad, salud para todas todos, derechos laborales de verdad y mejores condiciones de vida. No queremos tratados comerciales que estén por sobre los derechos humanos y por sobre los derechos colectivos de los pueblos.
Tenemos mucho que hacer y mejorar. Por eso tenemos procesos de formación permanente, desde los talleres locales y regionales, a nuestra participación en escuelas internacionales de la CLOC y La Vía Campesina, mediante diálogos e intercambios de saberes.
Ver cómo nuestra Escuela de Mujeres Sembradoras de Esperanza y el Semillero Campesino se fortalecen y crecen nos llena de alegría. Las mujeres que han egresado de nuestras escuelas reconociéndose como campesinas y maestras del campo y la agricultura son una gran fuente de orgullo.
Hoy saludamos a las organizaciones amigas y hermanas que están en las mismas luchas que nosotras. Saludamos especialmente a las miles de estudiantes y sus organizaciones que hoy han impulsado esta marea feminista, abriendo los caminos para que nuestro país no tolere más el abuso, el acoso sexual, la discriminación y la opresión de las mujeres. Es una oportunidad riquísima para que sigan adelante los debates, propuestas y construcciones que nos lleven a ese país libre, anti-patriarcal, anti-capitalista e igualitario que tanto deseamos.
Saludamos a las organizaciones hermanas de América Latina, que hoy luchan y resisten contra diversas agresiones fascistas, terroristas y golpistas en Honduras, Nicaragua, Venezuela, Brasil, Argentina y Paraguay. Saludamos a Cuba, que sigue resistiendo a más de 50 años del bloqueo criminal imperialista.
Por último, vemos con mucha preocupación los avances de sectores antidemocráticos en el mundo entero, con discursos racistas, anti-populares y totalitarios que recuerdan el fascismo, y nos llevan a pensar en los tiempos oscuros de las dictaduras y las intervenciones militares. Nos alarman también diversos pasos dados por el gobierno para hacer retroceder los pocos avances logrados en la educación, en el trabajo, en el aborto por tres causales, en el cuidado del medio ambiente, en el castigo a la corrupción y en la acogida de los migrantes, donde las que más sufren los impactos discriminatorios son las mujeres, y especialmente las jóvenes.
Nuestra única respuesta será seguir luchando, organizando, debatiendo, informando y proponiendo. Invitamos a todas y todos a celebrar hoy lo avanzado y a redoblar las luchas que harán posible construir esa sociedad mejor para todas y todos.
Mónica Hormazábal Baeza
Presidenta
Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas,
ANAMURI